Esta novela –publicada en 1939 en Budapest- fue de los primeros libros que leí sobre la conquista de México por Hernán Cortés, hace de esto ya bastante tiempo.
La figura de Cortés -sin duda el más importante conquistador que ha dado nuestro país-, de Moctezuma y del entorno de ambos ha sido sobradamente estudiada y comentada, desde perspectivas a veces muy encontradas. Existen infinidad de documentos -empezando por las propias cartas del conquistador, la "Historia Verdadera"... de Bernal Díaz del Castillo, archivos de la época y posteriores, libros de historia, doctos ensayos y tesis doctorales, artículos, reseñas, novelas, documentales, etc., etc.- y consecuentemente, deberá ocupar varias entradas en este modesto blog -conforme el autor saque tiempo-.
Comentar, esto sí, que me produce enorme tristeza que los estamentos públicos de nuestro país pasen tan vergonzosamente de puntillas en este 2019 que se cumplen quinientos años de esta epopeya. Que ocasión perdida para exponer ante los ciudadanos hispano hablantes un debate amplio, equilibrado, sin sesgos -pero también sin complejos- sobre todo lo que existía, lo que pasó, el contexto y lo que significó -desde una perspectiva histórica- económica y culturalmente para América y Occidente este extraordinario acontecimiento.
Por mi parte, me limito a reseñar mis lecturas y averiguaciones, comenzando cronológicamente por el primer libro que leí, que como he señalado fue éste de László Passuth. Prosigo pues...
Inicialmente lo que primero que me llamó la atención de este libro fue su evocador título.... ¿Quien rayos era el dios de la lluvia azteca? Obviamente averigüé lo esencial antes de leer la novela, y posteriormente he podido conversar largamente con amigos mexicanos sobre Tlaloc, Quetzalcóalt, Tezcatlipoca, Huitzilopochtli y resto de dioses del panteón mexica. Y una estatuilla del dios de la lluvia, la fertilidad y el rayo que compré en Teothiuacan cuida mi casa -junto con otras deidades universales- desde la atalaya donde guardo celosamente mi colección de cómics -aunque eso es ya otra historia- ...
Me llamó también poderosamente la atención la nacionalidad del autor y por ende poder averiguar más sobre sus motivos para escribir esta novela.... me resultó cuanto menos curioso que un ciudadano húngaro, empleado de banca según averigué, y sin ninguna relación con España o con Hispanoamérica -en un momento además en que lo hispano pintaba bien poco en el contexto internacional-, se decidiera a novelar la epopeya de la Conquista de México.
Finalmente me leí el libro sin conocer demasiado a fondo el contexto del autor ni sus motivos para escribirlo. Pero la constancia tiene su recompensa: En 2014, un buen amigo mexicano, con el que había conversado larga y gratamente en varias ocasiones sobre este libro y muchos otros temas de nuestra historia común -casi siempre acompañados de rica botana y también regado con excelente y bien frío tequila reserva (nada que ver con lo que conocemos por aquí)-, me avisó de la publicación de un ejemplar de la revista semanal del diario mexicano "La Jornada", dedicado a este autor
Extraigo algunos párrafos del ensayo que realiza para esta revista la también escritora -e hispanista- húngara Edith Muharay:
"En 1925, un discreto empleado
bancario húngaro llamado László Passuth encontró por azar dos libros de William
Prescott; uno de ellos, la Historia
de la conquista de México, lo cautivó a tal grado que, sin dejar su
empleo, dedicó el resto de su tiempo a investigar el tema, aprender español y
finalmente escribir, a lo largo de más de una década, El dios de la lluvia llora sobre México,
es la novela europea más imaginativa y a la vez realista sobre la historia de
la Conquista de México. La historia de Passuth, casi por completo desconocida
en nuestro país –se refiere a México- y a su vez digna de una novela, es un
hermoso ejemplo de pasión por el conocimiento y amor a la literatura.
La novela fue publicada por primera vez en vísperas de la segunda guerra
mundial en Budapest. El tema no podía estar más alejado de las preocupaciones
apremiantes del momento. Sin embargo, salió a la venta, y dicen que los
budapestinos amontonados en los refugios durante los bombardeos se lo pasaban
de mano en mano. El libro los transportaba a un mundo totalmente desconocido;
era como un punto mágico que desviaba la atención del angustioso presente y los
ayudaba a soportar la incomodidad y el miedo.
El dios
de la lluvia llora sobre México fue traducido después a más de diez
idiomas empezando por el español, y le dio la vuelta al mundo. A pesar de su
lenguaje un tanto barroco, se sigue editando todavía (la última edición en
versión original es de 2011).
Lo que más llama la atención en
esta obra voluminosa, aparte de la amplitud de conocimientos históricos del
autor y más allá de la descripción basada en documentos auténticos de los
acontecimientos, es su afán por penetrar en el mundo interior de los
protagonistas. No solamente nos hace vivir en sus detalles cotidianos la
increíble aventura de la Conquista de México, así como descubrir a través de
los ojos de los españoles de entonces un país nuevo con su gente, su
impresionante cultura y costumbres extrañas, sino también trata de acercarse a
los protagonistas en sus rasgos humanos: a éstos los vemos en su calidad de seres
humanos con sus debilidades, sus dudas y sus emociones, que los hacen más
reales.
Durante más de un decenio,
Passuth estuvo recopilando datos y tomando notas sobre sus descubrimientos,
formando carpetas que se amontonaban en su mesa de trabajo, sin tener una idea
precisa de lo que habría de hacer más adelante con tanto material reunido.
Más que los meros hechos
históricos, lo que le interesaba era el perfil humano complejo y contradictorio
de ambos protagonistas. Le intriga y conmueve “la exquisitez espiritual de
Moctezuma que no tiene nada que envidiar al hombre europeo del Renacimiento”, y
quien al mismo tiempo fue “uno de los asesinos rituales más sangrientos del
mundo. La noción del valor de la vida humana no llegó a su conciencia cuando se
trataba de servir a sus dioses sedientos de sangre”.
En Cortés aprecia al hombre
culto que se expresaba con elegante soltura, leía en latín y tenía muchos
conocimientos jurídicos y económicos. Hace resaltar que pocos conquistadores
tenían tanto interés verdadero por conocer la forma de vida y las costumbres de
los pueblos que iban descubriendo, y tanto talento para describir en forma
vívida lo que veían. Con todo esto, según Passuth, Cortés sobresalía entre los
conquistadores en general, y no se le puede confundir con la masa inculta y
rapaz de los mercenarios que lo acompañaban. Le simpatiza también el hombre
enamoradizo, sensible a la belleza de las mujeres indias, y su valentía en las
batallas.
Sin embargo, constata, Cortés
era también hijo de su época. Determinado por su religión y su lealtad al rey
de España, el mismo hombre fino llegado al Nuevo Mundo mandó a la hoguera a los
caciques rebeldes, no hizo nada para impedir la ejecución de Cuauhtémoc,
destruyó la ciudad cuya belleza y perfección admiraba, y masacró sin
miramientos a los indios cuando se trataba de salvar la vida de sus hombres y
asegurar su avance".
Tenemos la suerte de tener aún en la red el ensayo completo, con lo cual os lo adjunto para los que queráis ampliar esta lectura AQUÍ
Bien, en lo que valga -y sin conocer aún lo que expongo más arriba-, debo decir que el libro en su día ya me gustó muchísimo, y me reconcilió en buena parte con la figura del Conquistador –al menos me incentivó a seguir investigando... hasta entonces yo también estaba bastante influenciado por la Leyenda Negra sobre el personaje…-. Actualmente el libro es reconocido como todo un clásico sobre esta gesta histórica
Posteriormente he leído bastante más sobre este momento histórico, que como digo arriba intentaré ir referenciando. Una de las novelas más excepcionales es sin duda -podéis ir tomando nota- "El corazón de Piedra Verde" -otro evocador título para este contexto-, cuyo autor es a mi juicio uno de los humanistas españoles más universales del siglo XX, D. Salvador de Madariaga. Volveremos sin duda con este libro y también con el insigne autor.
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