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lunes, 24 de junio de 2019

Árbol de Odio. Autor: Powell, Philip W



Bien, traemos al segundo intelectual Norteamericano que escribe sobre los hechos históricos de los españoles en América y sobre lo que a su juicio supuso para el mundo. Señalar que hay muchos más autores de este país –como de muchos otros- que decidieron mediante sus argumentaciones poner un poco de equilibrio en lo que consideraban era una injusticia histórica demasiado extendida popularmente y muy poco contrastada con datos. Más aún si se comparaba con lo ocurrido por ejemplo con los aborígenes en su propio país. Los iremos reseñando –al menos los que podamos- en sucesivas entradas.

Philip W Powell (California, 1913-1987) fue doctor en Historia y profesor en la Universidad de California (Santa Bárbara). Por vocación dedicó su trayectoria al conocimiento del mundo hispánico, analizando los perversos efectos sobre la verdad histórica que a su juicio había provocado la Leyenda Negra en el acervo común de los países anglosajones; haciendo mucho hincapié en la necesidad de informarse por parte de la opinión pública Norteamericana. El autor conocía ampliamente el mundo anglosajón y el hispano, y con su obra universitaria trató de remover los prejuicios que impedían a los anglosajones relacionarse con españoles e iberoamericanos, “Dudo de que haya materia extranjera enseñada en nuestras universidades y escuelas tan cargada de prejuicios inhibidores como la cultura hispánica”, escribe el autor.

Como acicate para sus compatriotas, les recuerda que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos son víctimas del mismo mecanismo propagandístico. Consideraba que el español era: …“el único pueblo del mundo que ha asumido las mentiras, las exageraciones y los insultos que sus enemigos han dicho sobre él. El primer paso para liberarnos de este peso es conocer la verdad”…





Algunos párrafos particularmente interesantes de este libro se exponen a continuación (1):

“No existe nada en toda la historia española que pruebe que los españoles de entonces o de ahora puedan clasificarse como más crueles, mas ambiciosos o mas corrompidos que otros pueblos. No creo en la existencia de ningún intelectual respetable que, libre de prejuicios raciales y religiosos, pueda contradecir esta afirmación.

“En contraste con su contrapartida inglesa, la Corona española no escatimó refuerzo alguno para evitar que los criminales y otros elementos socialmente indeseables emigraran a América. Los españoles, al revés de muchos ingleses, no sintieron la necesidad de ir a América para escaparse de persecuciones religiosas o de otra especie”.

“La conquista española de América fue mas un logro de diplomacia que de guerra. Tuvo que ser así puesto que las fuerzas de exploración e invasión fueron tan pequeñas que, de otro modo, no hubieran podido sobrevivir y conquistar. Comparados con la perspicaz diplomacia española, las armas de fuego, los caballos y las espadas de acero fueron, a menudo, de menos eficacia”.

“El hecho de que España gobernase seriamente y con hondo sentido de la responsabilidad una gigantesca parte del Nuevo Mundo durante unos tres siglos, de ordinario se pasa por alto en nuestros libros de texto. Y en la literatura popular”.

“Las normas de legalidad y aplicación de las leyes estuvieron vigentes como en otras sociedades civilizadas. En general, la Corona no intentó imponer en América algo extraño o inferior a lo que regía en la península. Los impuestos, ordenanzas municipales, estatutos universitarios, legislación criminal y civil, justicia, fomento de las artes, sociedades benéficas, prácticas comerciales, etc eran, mutatis mutandis, muy semejantes al uso español y a las normas de los estados europeos. En prácticas gubernamentales y privadas concernientes al bienestar público, hay abundante prueba de que las acciones de los españoles demostraron una consideración muy avanzada para su época”.

Extraemos aquí también parte de la información aparecida en  un artículo sobre este libro publicado en  el periódico “El Confidencial” en marzo de 2008, bajo el título “Historia de una Infamia”, de Nuño Vallésel artículo completo lo adjunto aquí -

“En sus conclusiones, Philip Wayne Powell lamenta que los gobernantes e intelectuales estadounidenses se empeñen en comparar la posición jerárquica de su país con la de la antigua Roma cuando “harían mejor en estudiar la ascensión, los logros, las deficiencias y el declive de España y de su imperio” (p. 266) porque “la voz milenaria del pueblo español podría indicarnos el destino de aquellos que alcanzan el dominio mundial y que no hacen caso a las propagandas que pueden solidificarse en forma de historia” (p. 278). Cuesta mirarse en el espejo español, porque la maquinaria de la infamia se ha trabajado muy eficazmente la imagen tradicional de nuestro país dando lugar al espectro popular -y, como demuestra Powell, seudointelectual- que Julián Juderías acertó a denominar Leyenda Negra.

Este libro, publicado en plena crisis de la guerra de Vietnam, tiene junto a la pretensión de desvelar la influencia propagandística “nórdica” en la imagen de España, sus propias intenciones propagandísticas. La pertinencia del análisis de la propaganda hispanófoba en ese momento era total, pues los Estados Unidos se encontraban ante una gran efervescencia de antiamericanismo, y la insistencia de Powell en la tendencia española hacia la autodegradación tenía su paralelo en las propias manifestaciones antiamericanas -o cabría decir antiimperialistas- de los mismos estadounidenses -marchas pacifistas, movimiento hippy-. La perspectiva de que al estadounidense le cayera encima un “árbol de odio” -Tree of Hate es el título original- como el que le cayó al español, animó a Powell a emprender este trabajo desintoxicador y adecuadamente comparativo.

La Leyenda Negra es un prejuicio especialmente dañoso porque “a diferencia de otros prejuicios raciales, religiosos o propagandísticos, esta leyenda es pocas veces reconocida como tal, y aún menos veces condenada, por los mismos líderes intelectuales que se jactan de luchar contra similares prejuicios de raza, color o religión” (p. 16). La Leyenda ha ido creciendo, a lo largo de los siglos, como una bola de nieve, y su clave es la diferente vara de medir que se ha empleado con los españoles y con todos los demás -la misma acción es mezquina si la llevan a cabo españoles, y necesaria si son otros-. Pero el secreto de su resistente permanencia es que la hispanofobia se encuentra en la raíz de la construcción de numerosas identidades nacionales, tal como la holandesa -nada más hay que ver su himno-, la inglesa, la alemana y la estadounidense, por no hablar de los países hispanoamericanos.

Esta Leyenda, en un proceso que Powell explica de manera amena y accesible, directa y no desprovista de pasión, se acabó convirtiendo en Historia; pero la Historia es una puta, y su chulo es el Interés y España mantuvo demasiado poder durante demasiado tiempo, concitando las ambiciones y envidias de toda nación con ansias imperialistas -incluyendo a Estados Unidos, claro-. La tesis de Powell es que el odio a España es siempre injustificado, que surge de la grandeza de una España a la que todos veían como inferior. Esto casa más que bien con la intelección estadounidense del antiamericanismo. La realidad es que España se fue creando enemigos sin descanso y sin preocuparse demasiado en ello, por muy diversas razones entre las que no se debe obviar su propia arrogancia.

La Leyenda Negra “gratuitamente insulta a España, al sentido común y a la exactitud histórica” (p. 203), y ha conseguido empañar la imagen de un imperio que alcanzó cotas sin parangón de humanitarismo y civilización, junto con una considerable dosis de crueldad y ambición que, como Powell no se cansa de repetir, estaban al mismo nivel que sus contemporáneos. Aunque el mismo autor -o el traductor- cae en las redes de la Leyenda al referirse a iberoamérica como “latinoamérica”, que es un término proveniente de la Leyenda Negra por el lado francés, su análisis y empeño desmitificador tienen gran valía”.

Y para terminar, utilizando como eje de partida lo argumentado en el libro de Powell, en el blog personal de Roberto Colom –psicólogo, PhD y profesor de Diferencias individuales en el Departamento de Psicología Biológica y de la Salud de la Universidad Autónoma de Madrid-, no puedo dejar de referenciar este discurso a cargo del doctor Earl B. Hunt (1933-2016) eminente psicólogo estadounidense -profesor Emérito de la Universidad de Washington- especializado en el estudio de la inteligencia humana y artificial.

El eminente doctor expone, a diferencia de lo sostenido por Powel, que la leyenda negra existente referida a la gesta hispana no es más que un ejemplo específico de lo que considera un rasgo humano universal: Toda sociedad en conflicto –como fue el caso de España con las potencias rivales del norte de Europa- hace lo mismo, cualquiera que sea el enemigo.

Extraigo aquí algunos de los argumentos de Hunt:


“Usaré el libro de Powell como excusa para discutir, a veces con ligereza, pero otras seriamente, sobre cómo pienso que se desarrollan los estereotipos nacionales y culturales. Para avanzar resumidamente mi postura, Powell presenta la perspectiva anti-hispana como algo singular y negativo de la cultura ‘Anglo’, aunque también culpa a los holandeses del siglo XVII, y, en menor medida, a los alemanes y franceses. Yo no lo veo así. Pienso que lo que sucedió fue un resultado desafortunado e inevitable de características humanas que pudieron ser útiles en algún momento, pero que no lo son ahora, mezcladas con los desarrollos recientes de la tecnología. 

Powell está probablemente en lo correcto al afirmar que entre el siglo XV y el XVIII los países protestantes de Europa ofrecieron una visión terrible sobre España y su cultura. Pero se equivoca al suponer que existe algo en la cultura del norte de Europa que convierte ese hecho en algo genuino. Catón el Viejo recurría al mensaje de que ‘Cartago debía ser destruida’ en sus discursos ante el senado romano, tan a menudo como un candidato republicano dice hoy en día ante su senado que ‘hay que terminar con el programa de seguridad social de Obama’. En el siglo IV antes de Cristo, el ateniense Demóstenes no halagaba precisamente a los macedonios. Avanzando en el tiempo, el ataque más violento hacia el carácter intrínsecamente diabólico de la gente (los teutones) que haya visto jamás, se puede ver en la película de Eisenstein ‘Alexander Nevsky’, pensada para preparar a los ciudadanos soviéticos para la guerra contra Alemania. A los norteamericanos se les ofreció una visión distorsionada de la cultura japonesa durante la segunda guerra mundial, y supongo que ellos hicieron otro tanto. Los actuales israelíes y palestinos no se lanzan precisamente flores.

Ignoro cómo se representaba a Norteamérica e Inglaterra en España entre 1500 y 1910, pero a menos que los españoles sean diferentes del resto de la humanidad, me lo puedo imaginar.

No hay nada genuino en las actitudes negativas de los ‘Anglos’ hacia la cultura Hispana. Es solo un ejemplo específico de lo que pienso que es un rasgo humano universal. La disonancia cognitiva es uno de los principales hallazgos de la Psicología. Todo el mundo desea justificar sus acciones y hacerlas congruentes con algún principio. Imaginemos que dos naciones combaten por un territorio, por petróleo, o por algún otro recurso (como en el Nuevo Mundo). El único modo de llegar a una solución pasa por luchar. ¿Cómo se puede justificar el hecho de matar gente, pedirles a tus soldados que se jueguen la vida, o, para el caso, arriesgar tu vida y tu salud, sin dejar claro que el enemigo es el mismo diablo?

… (Powel) Está en lo correcto al declarar que los europeos del norte desarrollaron ficciones sobre los españoles y los hispanoamericanos que les representaban como el hombre del saco. Toda sociedad en conflicto hace lo mismo, cualquiera que sea el enemigo. Se equivoca cuando dice que existe una continuidad histórica en estas imágenes negativas. Hace tiempo que se olvidaron.

El problema actual es más pernicioso. Hemos desarrollado una tecnología que es fantástica para consolidar poderosos estereotipos no conscientes. Esto es nuevo. Por desgracia, también hemos creado una sociedad en la que quienes controlan los medios de comunicación son recompensados por contar historias (y que sean reales o ficticias es irrelevante) que, como efecto colateral, desarrollarán estereotipos negativos no conscientes. Ni por un momento pienso que este sea un problema norteamericano, europeo, anglo o hispano. Los principios se aplican en Pakistán, África, Indonesia, etc. Y se debe al hecho de que somos humanos".

Yo personalmente comparto en términos generales la argumentación de Hunt, lo que a mi juicio no le quita ninguna validez al libro de Powell en cuanto a  su análisis de la ficción hispanófoba construida por el imaginario anglosajón. Disiento en sus conclusiones sobre que se ha olvidado. Si bien es cierto que  en círculos más informados -sobre todo a nivel internacional- la Leyenda Negra está bastante denostada, no lo es tanto cara al público más general -el de a pie de calle, que es donde se libran las batallas propagandísticas-, y desde luego no lo está desgraciadamente en nuestro propio entorno, donde la demagogia y el oportunismo en esta materia siguen a la orden del día -incluso entre algunos responsables que ocupan funciones que se antojan precisas de mayor ecuanimidad-.

Ocuparemos obviamente una entrada específica a analizar en profundidad la información actualizada sobre este curioso fenómeno. En todo caso, aquí aquí tenéis el link completo al discurso de Hunt


(1) Extraídos del interesantísimo y altamente recomendable blog especializado  https://laamericaespanyola.wordpress.com/

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“Lo que hacemos para ser amados”. Leído en algún episodio del Sandman, de Neil Gaiman