Para leer en calma. Como en una tarde de estío, mientras se acerca sosegado el ocaso.

Siempre que no tengas algo mejor que hacer, claro....

lunes, 24 de junio de 2019

Apaches y Comanches. Cuando el Far-West era español.


Bueno. Si os entusiasmaron en su día los grandes clásicos de cine del oeste –los auténticos poemas visuales que nos legaron los John Ford, Howard Hawks, Anthony Mann, Raoul Wash…- , o si os dejáis hechizar por los libros de aventuras, o simplemente buscáis una forma entretenida de lectura para descongestionar la cabeza estas vacaciones; ésta es vuestra entrada.

Los cinco libros que se comentarán aquí son pura aventura y distracción; y narran de forma novelada diferentes episodios protagonizados por el cuerpo de ejército de la Corona española que -entre otras muchas cosas- vigilaba la frontera norte del Virreinato de Nueva España -El Gran Norte-, que suponían unos 6.000 km lineales de territorio de lo que hoy son los Estados Unidos de América



Pero antes de entrar en ellos, a modo de introducción -y para contextualizar un poco- observemos para empezar este cuadro de nuestro ilustre Pintor de Batallas, el gran Augusto Ferrer-Dalmau 

Dragón de Cuera de Augusto Ferrer-Dalmau

Si, se trata de un Dragón de Cuera ¿Y quienes eran los dragones de cuera? Pues en pocas palabras: eran la caballería de frontera del Virreinato de Nueva España -y también exploradores, y pacificadores, y colonizadores, etc...-. Y como podréis comprobar los que leáis los libros propuestos aquí, donde estuvieran estos recios soldados que se quiten el 7º y todos los demás regimientos de la caballería de Estados Unidos…


Soldados de Frontera

Los Dragones de Cuera eran un cuerpo especial dentro del ejército de la monarquía hispánica que, al igual que los dragones europeos, eran esencialmente una fuerza de caballería, que además estaba preparada para desmontar cuando fuera necesario y convertirse en infantería. Se crearon como tales a finales del siglo XVI, y desde entonces se les encomendó la custodia de la frontera norte de la Nueva España, que llegó a incluir Texas, Arizona, Nuevo Méjico, gran parte de California y algunas zonas de Colorado, Utah y Nevada. Además de este cometido, protegían las rutas de comunicación entre Méjico y California y entre Texas y Florida. Su misión era doble, como soldados y como policía, y residían en fortalezas -o Presidios-, de ahí que también se les denominara como “tropas presidiales”.







Los Dragones de Cuera eran hombres duros de frontera. Iban armados con lanza, adarga -o escudo de cuero-, espada, daga, pistola y mosquete/carabina. Su nombre se debe a «la cuera», una especie de abrigo/armadura hecha con cuero endurecido. Este abrigo, que al principio cubría también las piernas, no tenía mangas y era muy resistente. Fabricado con hasta siete capas de cuero, era capaz de parar una flecha india. Inicialmente lo llevaban solo los oficiales y después se incorporó como vestimenta de toda la tropa. Con el paso de los años los dragones de cuera adaptaron un modelo más ligero que solo cubría el torso a modo de coraza.




Además, el soldado de cuera debía contar con 6 caballos, un potro y una mula, debido a los inmensos territorios que debían controlar. Las banderas y estandartes que utilizaban también llevaban generalmente los cuarteles de Castilla, aunque también utilizaron la Cruz de San Andrés.

Ingresar en los dragones de cuera era voluntario y se firmaban periodos de permanencia de 10 años. En cuanto a su composición, el 50% del ejército era de origen español -criollo fundamentalmente-, y el otro 50% mestizo, mulato, o de procedencia india, incluyendo suboficiales y oficiales. Solo los altos mandos eran europeos -no solo españoles, también italianos, valones, y de otras partes del Imperio-. 


La mayor parte de su servicio era un discurrir en soledad por los extensos territorios norteamericanos patrullando entre ranchos y misiones, protegiendo a los pueblos indios aliados, explorando, rastreando actividades hostiles y realizando cartografía.

La larga frontera cubría un vasto territorio que iba desde San Francisco en California hasta San Agustín en Florida, a lo largo 4.000 Km en línea recta, pero que sobre el terreno suponían cerca de 6.000 Km. Los dragones eran, por tanto, pequeñas guarniciones, muy esforzadas y móviles -recorrían varios cientos de kilómetros al mes, en continua cabalgada-. Su número alcanzó los 1.500 soldados al final del s. XVIII -exactamente, en 1780 eran 1.495 dragones de cuera-, pero durante más de un siglo desde su creación, fue inferior a 600 -exactamente, 592 en 1705-… ¡y tenían que defender una frontera de 6.000 km!


Los territorios de la frontera Norte de Nueva España eran muy variados, alternando montañas y valles profundos con durísimos desiertos; enormes llanuras con pantanos y ríos enormes; estaban habitados además por tribus indias nómadas, en general hostiles, como los Apaches (Lipanes, Chiricahuas y Mescaleros), Comanches, Siouxs, Navajos, Utes, Wichitas,  Yumas y  Pawnnees.  




Los Presidios. El auténtico "Fuerte americano"

Los presidios generalmente consistían en fortalezas, fuertes o baluartes en forma cuadrada o rectangular con muros de piedra o adobe (o una combinación de ambos). Siendo de unos 120 metros por lado y diez metros de altura, en algunos casos con pequeños salientes o torreones en sus esquinas para proteger sus flancos.

En su interior se abrió suficiente espacio para albergar caballada, almacén real, capilla y casas para oficiales, soldados y sus familias, formándose a sus alrededores un conglomerado de comerciantes, artesanos y algunos pobladores dedicados a la agricultura que dio origen al binomio presidio-villa.






Imagen idealizada del presidio de Tubac, antecesor del de San Agustín de Tucson.

Las tribus indígenas. Políticas de integración



El contacto con los indios del Norte del Virreinato comenzó a mediados del siglo XVI, cuando las expediciones españolas procedentes de México tomaron contacto por primera vez con los indios Zuñi, los Hopi y otras comunidades indígenas sedentarias de los actuales estados de Arizona y Nuevo México a los que denominaron indios Pueblo.


Conforme avanzaba la conquista, se comprobaba que  los territorios de la frontera Norte de Nueva España eran extraordinariamente amplios, complejos y  variados, alternando inmensos paisajes de  montañas y valles profundos con durísimos desiertos; enormes llanuras con pantanos y ríos enormes; estaban habitados además por tribus indígenas nómadas, en general hostiles, como los Apaches (Lipanes, Chiricahuas y Mescaleros), Comanches, Siouxs, Navajos, Utes, Wichitas,  Yumas y  Pawnnees.  

Cacique apache, por Claudio Linati (1790-1832), del libro Costumes civils, militaires et réligieux du Mexique (Bruselas, 1828).





Los indios formaban naciones situadas en un territorio cuyo dominio eminente o soberanía reclamaban el rey de España -u otros reyes, en su caso-, que formaban un cuerpo político diferente del de los españoles. El instrumento natural de la relación entre estas naciones era el Tratado. No debe, pues, extrañar la aplicación de una institución del “Derecho de Gentes” a esas relaciones porque fue en consideración a ellas, precisamente, que Francisco de Vitoria desarrolló la doctrina fundadora del Derecho Internacional moderno

Lo cierto es que el tratado fue el instrumento escogido por España para reglar sus relaciones con los indios, que procuraba incorporar a su jurisdicción, o con quienes, simplemente, intentaba estar en paz y amistad. La costumbre de celebrar tratados de paz se extendió a todas las fronteras de las Indias, y por todo el período hispánico, hasta proyectarse —al menos, en algunos casos— a la época independiente. Las investigaciones van revelando que no fue ésa una solución circunstancial, aislada o tardía sino el desideratum al cual aspiró la Corona para hacer realidad el objetivo de la conquista pacífica.

Su aplicación práctica fue mediante la llamada “Paz del Mercado”, por la que los indios de la frontera podían comerciar en paz con los hispanos del Virreinato de Nueva España. Incluso en muchos casos les proporcionaban vivienda, construyendo poblados relativamente cercanos a nuestros propios emplazamientos. Les suministraban alimento, herramientas y semillas, les enseñaban a cultivar, a leer, les bautizaban, e incluso les ofrecían integrarse como fuerza regular a la milicia.

Este requerimiento de la Corona de pacificar a los nativos a base  de –intentar- integrarlos en un modo de vida  más “cristiano”, que viene derivado del “ius gentium” que trajeron los maestros escolásticos de la Escuela de Salamanca, resulta cuanto menos encomiable; sobre todo si comparamos este esfuerzo realizado por nuestros antepasados para atraer a los pueblos aborígenes a la forma de vida que consideraban civilizada, frente a la política claramente de exclusión realizada por las otras potencias del momento –y que siguieron aplicando activamente también con posterioridad-.

Obviamente estas políticas de acercamiento -nacidas por orden expresa de la Metrópoli-, si bien buscaban con acierto el apaciguamiento, la integración y rápida colonización de los territorios descubiertos, pecaron en muchos casos de cierta ingenuidad y desconocimiento de la idiosincrasia del aborigen de las grandes llanuras. Por tanto tuvieron desiguales grados de éxito, como se comprueba por la continua necesidad de protección y recursos que tuvieron las escasas poblaciones de “Frontera”.



Dragones en Batalla

Los ataques de los indios nómadas a las Misiones, a los ranchos y a las poblaciones indígenas amigas, como el asalto y el robo de ganaderías, caballos e incluso el rapto de mujeres jóvenes, tuvieron una respuesta constante y sistemática por parte de las tropas desplegadas en los Presidios.

Una vez recibida notificación de algún ataque, ocho o diez Soldados de Cuera echaban mano a algunos de sus seis caballos y montaban a máxima velocidad en persecución de los asaltantes. Si era necesario y posible, también se reclutaba a los indios aliados, pero la única esperanza de atrapar a los asaltantes era montar rápidamente y salir en su búsqueda, sin tiempo que perder. Cuando un caballo se agotaba, cambiaban la silla y seguían cabalgando. Así se perdieron muchos caballos en largas jornadas de persecución, reventados o abandonados a su suerte. Finalmente, o los indios lograban alejarse lo suficiente y escapaban internándose en las montañas o resultaban atrapados y vencidos por los dragones.

 Algunos  hechos de armas destacados de los dragones:


-   A mediados del siglo XVIII, unos 200 comanches se retiraron abandonando una manada de caballos que habían robado, tras perder 40 hombres en un largo y duro combate cuerpo a cuerpo con una compañía de menos de 50 dragones.

-     La masacre de la misión de San Sabá, perpetrada en el año 1758 en el territorio de Texas por los indios comanches, tuvo como consecuencia la expedición de castigo llevada a cabo por las tropas presidiales conocida como la Campaña del Río Rojo.

-    En 1775, la resistencia de tres dragones contra un numeroso contingente de indios en San Diego -California-.

-       El 26 de abril de 1776, un alférez con sus 42 dragones formados en cuadro resistieron durante 5 horas frente a 300 apaches provocando su retirada después de infructuosos intentos de romper su formación.

-    En el año 1779 los comanches atacaron Taos repetidas veces. Las autoridades de Nueva España decidieron acabar con el problema y prepararon una fuerte expedición. Concentraron una gran tropa de 600 hombres de los cuales 150 eran Soldados de Cuera, que fueron acompañados por 200 apaches y yutes.

o   Al mando de Juan Bautista de Anza partieron de Santa Fe el 15 de Agosto, y persiguieron a los comanches utilizando sus mismas tácticas para poder sorprenderlos. Todo el recorrido se hizo viajando de noche y ocultándose de día, forrando los cascos de sus caballos con trapos para hacer una marcha silenciosa. Después de recorrer casi 1.000 km los alcanzaron en Colorado el 3 de septiembre.

o   Encabezados por Cuerno Verde -Tabivo Naritgant-, los comanches les hicieron frente, pero fueron derrotados y el jefe indio cayó en combate; su curioso tocado fue enviado como trofeo al rey de España, que posteriormente lo regaló al Papa, estando hoy depositado en los Museos Vaticanos.

o   Esta victoria española tubo gran repercusión, ya que Cuerno Verde tenía mucho prestigio entre las tribus y se le consideraba muy hábil.

-     El 6 de diciembre 1779 una partida de guerra del jefe Quilcho formada por unos 350 guerreros atacó Tucson. La guarnición estaba al mando del capitán Pedro Allende y Saavedra, el cual, en vez de quedarse al amparo de los muros del Presidio de Tucson, sorprendió a los indios cargando contra ellos con 15 dragones, derrotándolos e hiriendo al hermano del jefe Quilcho.

-  El 1 de mayo de 1782, los apaches nuevamente atacaron Tucson, esta vez con 600 guerreros. La mayor parte de la caballería española estaba fuera del presidio en misiones de patrulla, por lo que los españoles sólo disponían de unos 42 lanceros, 20 dragones de cuera, 10 exploradores indios aliados y 1 pieza de artillería. Fueron suficientes, pues el ataque pudo ser rechazado.



El final dela aventura

Con el fin de la Guerra apache y española en 1793 y la firma de la paz, navajos, chiricauas, yumas, los propios apaches y otras tribus comenzaron a convivir y entenderse con los españoles, a comerciar e integrarse, en muchos casos, en los mismos asentamientos. Los dragones de cuera, en las tierras pacificadas, pasarían a ser sustituidos por otras compañías como los húsares de Texas, o por la milicia regular, siéndoles encomendadas misiones cada vez más al norte, hasta la frontera rusa de Alaska.

Este cuerpo de caballería existió mientras duró el Virreinato, esto es, hasta la independencia de México en 1821. Algunos de estos dragones siguieron sirviendo tras la independencia del Virreinato de Nueva España, en 1821, aunque hacía tiempo que habían dejado de usar la cuera. Muchos eligieron seguir habitando esas tierras, formar familia con los nativos, adaptarse a las nuevas armas de fuego, incluso.

Dicen que, cuando tras la pérdida de los territorios mexicanos en 1846, comenzaron a aparecer nuevos soldados por el este que rompieron la paz que habían instaurado españoles con indios, volvieron a verse viejos y extraños soldados vestidos con cuera, aliados de los salvajes, jefes de su tribu algunos, luchando fervorosamente contra esa nueva amenaza que vestía de uniforme azul.

Después del Virreinato. México, los norteamericanos y la actualidad

El recién creado país mexicano procuró mantener las políticas de asentamiento y relación amistosa con los nativos que se utilizaban durante el Virreinato, pero la poca duración de la soberanía de México sobre estos territorios impidió la continuidad de esta estrategia.

El 29 de diciembre de 1845 el Congreso estadounidense oficialmente admitió Texas como un estado constituyente de la nación. En 1846 EEUU reclamó a México la posesión de la franja de tierra comprendida entre el río Bravo y el río de las Nueces. Las tropas mexicanas cruzaron el río Bravo y atacaron a los estadounidenses que se habían desplegado en el territorio en disputa. Tras ello el gobierno estadounidense declaró guerra y acometió contra México.

La guerra concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que México reconocía la frontera texana en el río Bravo. Por si fuera poco,  EE. UU. recibió los territorios de California y Nuevo México -cerca de 2,000,000 de km² que hoy conforman los estados de California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah, la mayor parte de Colorado y la región suroeste del Wyoming y Kansas, y el oeste de Oklahoma-, cumpliendo así la llamada doctrina del destino manifiesto, según la cual Estados Unidos de América era una nación destinada a expandirse desde las costas del Atlántico hasta el Pacífico.

Dueños de tan inmenso territorio, los norteamericanos dejaron inmediatamente sin efecto todas las leyes y tratados de colaboración con los nativos; incentivaron la rápida colonización de las llanuras por parte de sus compatriotas, la apropiación de las tierras  y el desplazamiento de los nativos, dando comienzo a lo que la historiografía, la literatura y el cine ha trasladado hasta nuestros días con el exclusivo nombre de “la Conquista del Oeste”. Tal vez este modesto artículo ayude a poner en contexto para los hispanohablantes quienes fueron realmente los pioneros en aquellas lejanas tierras.

Es en cierto modo motivo de orgullo saber que una de las pocas tribus indias en territorio de los actuales EEUU que no han sido exterminados ni deportados y que incluso conservan sus mismas tierras desde hace miles de años son los indios Pueblo. La razón de este milagro se encuentra en que sus tierras están en Nuevo México, que fue territorio de la Monarquía española, y por tanto estos indios y sus propiedades estuvieron protegidos por las Leyes de Indias que promulgaron los reyes de España. Cuando Nuevo México pasó a formar parte de los EEUU, se hizo con la condición de respetar necesariamente los derechos y libertades de sus habitantes. No es de extrañar que estos indios, en pleno siglo XXI, gusten de lucir en sus fiestas populares la bandera española, y hasta que presuman de pertenecer al linaje de nuestra Hispanidad.

Y a la larga, la amistad de los indios Pueblo con los españoles les está resultando sumamente provechosa: tras la salida de España de América hacia 1820, con el tiempo fueron despojados de las tierras concedidas por la Corona. Y en la actualidad, asesoradas por competentes abogados, las comunidades indias están obteniendo el amparo de la Justicia. Parece insólito, pero es cierto: Al día de hoy, los Tribunales norteamericanos les están devolviendo las tierras, esgrimiendo las Leyes de Indias, el Código de las Siete Partidas de Alfonso X del siglo XIII, y los títulos de concesión de tierras otorgados hace varios siglos a los indios por el Rey de España.

De forma similar, los Navajos forman una de las reconocidas tribus apache del sudoeste de los Estados Unidos. Su cultura actual constituye una curiosa mezcla de rasgos que provienen de sus orígenes prehispánicos de cazadores-recolectores y elementos posteriormente incorporados de los indios Pueblo y de los colonizadores españoles de Nuevo México. La suya es una historia apasionante de una etnia indígena de Norteamérica que, lejos de desaparecer, ha logrado adaptarse a las circunstancias del momento y aumentar su población, de unos pocos millares a comienzos del siglo XVIII a más de 160.000 en la actualidad. Se puede afirmar que sin la presencia española esa historia sería no sólo distinta sino que la cultura navajo no tendría las peculiares características que la hacen diferente de las demás etnias amerindias.

Bueno, después de esta larga obertura, ha llegado el momento de la diversión. Los libros que os invito a disfrutar como yo, son éstos:




Como lector habitual de Novela Histórica, saber que detrás de este título estaba mi admirado Maeso de La Torre ya era garantía de lectura amena y a la vez bien documentada y ambientada. He tenido la oportunidad de leer otros títulos de este autor y en todos he aprendido bastante del momento histórico que sostenía cada narración -Al-Gazal, la Piedra del Destino, el Papa Luna,...-. Comanche tampoco defrauda en este sentido.

Y como donde hay patrón no manda marinero, a continuación doy un paso atrás para adjuntaros el link a la reseña de este libro realizada por el propio autor, que se publicó en la web de la editorial Zenda Libros en octubre de 2018: https://www.zendalibros.com/comanche-de-jesus-maeso-de-la-torre/

Ni la reseña ni obviamente la novela tienen desperdicio. Altamente recomendables para conocer esta parte de nuestra historia -tanto en América como también en Europa- y en concreto la trayectoria guerrera -pero también como estratega, como colonizador y como político- de Juan Bautista de Anza, sus superiores, sus oficiales, sus soldados y, no podemos olvidar, a los esforzados religiosos que acompañaban -cuando no directamente se adelantaban- a esta colonización 






Guerras Mescalero en Río Grande, de Álber Vázquez


Me gustó mucho también esta novela. A diferencia de la anterior, los principales protagonistas son los suboficiales y soldados de línea de los dragones. Escrita en lenguaje ágil y directo, los diálogos son francos, y las reflexiones de los protagonistas despiden recio sabor a estoicismo castrense no exento de cierto cinismo –uno diría que pensaban exactamente como nos cuenta el autor-. Nunca se incumple una orden, pero cada militar sabe leer muy bien el trasfondo de cada situación. 

El argumento principal consiste en describirnos cómo se llevaba a cabo –en un entorno del demonio, al más puro estilo far-west- el requerimiento de la Corona de pacificar a los apaches a base  de –intentar- integrarlos en un modo de vida más “cristiano”, obviamente con desigual grado de éxito, como podrán ver en esta, en la anterior y también en las siguientes novelas que comentamos aquí. Muy sutiles de leer en esta novela los "entendidos" que subyacen tras las palabras que se dirigían -llamarlos diálogos es pecar de optimistas- los soldados españoles con los jefes apaches. Recomendable y muy entretenido, sin duda, el libro  de Alber Vázquez

En un Imperio Olvidado, de Francisco Casero Viana




Bueno, esta novela está ambientada en la misma época y territorio que las anteriores. En mi caso fue la primera que llegó a mis manos y por tanto la que me introdujo en este apasionante momento de nuestra historia. 

La sinopsis que pubica Amazon  sobre la novela, señala:

“Una novela de aventuras, en la Nueva España del siglo XVIII, en lo que posteriormente serían los Estados Unidos de América y México.
El relato de la vida de Pablo, un muchacho vasco –guipuzcoano, nacido en Lezo, para más señas– que, tras escuchar cuando mozalbete las historias narradas por marinos regresados de las colonias del Nuevo Mundo, al cumplir los 19 años y tras el fallecimiento de su padre, decide embarcarse en un navío de línea español, como ayudante artillero, para viajar hasta aquellas lejanas tierras conquistadas por la Corona española con la humana intención de salir de la miseria en la que había vivido hasta entonces y hacer fortuna.
Pablo sabía, por las historias relatadas por marinos vascos, de los españoles que habían explorado, casi doscientos años antes la costa sur de Nueva España, desde la Florida, atravesando la cordillera de los Apalaches, hasta llegar a Alabama, Misisipí y Luisiana, adentrándose después en territorio de Texas, Nuevo México y Arizona para llegar al Océano Pacífico. 
Pablo vive en su periplo un enfrentamiento naval con una fragata inglesa en aguas gallegas; mantiene una relación amorosa con una india taina; sostiene diferentes enfrentamientos armados contra los ingleses e indios Creek en Santiago de Cuba y posteriormente en San Agustín de la Florida; sufre huracanes en su viaje a Veracruz, donde se hace arriero para sobrevivir; de nuevo sostiene una lucha contra indios Yaquis en su marcha a Guanajuato; posteriormente conoce a un capitán del regimiento de dragones de cuera, y a su hija, que lo marcará para el resto de su vida; doma caballos semisalvajes, lucha de nuevo contra indios huastecos, apaches lipan y comanches en su viaje en caravana hacia Texas.”


Debo señalar que, comparativamente con las dos anteriores, esta novela retrospectivamente se me antoja un poquito más "floja". Si bien está bastante bien documentada y nos narra episodios de la vida cotidiana y el comercio en otras zonas del Virreinato -Veracruz, Guanajuato, la capital, etc., el argumento a veces es reiterativo, y apunta algunos aspectos más de "novela rosa" que lo deseado por este humilde lector para este tipo de contexto. 



Resiste Tucson, de Álber Vázquez


Nuestro prolífico novelista de aventuras hispanas Álber Vázquez al parecer se va a prodigar en este blog. Yo personalmente disfruté bastante -esto es: detecté un capítulo de nuestro pasado que no conocía,  me entretuve con su forma de novelar cada historia, y me motivé para investigar más a fondo. Qué mas?- , con las dos novelas suyas que hasta la fecha me he leído -las ya comentadas Mediohombre y Guerras Mescalero-, con lo cual no tengo ningún problema -de hecho, encantado- en seguir acudiendo a sus libros para disfrutar de cualquier otro episodio que nos vaya novelando...

Es el caso de las dos siguientes novelas que voy a reflejar aquí: Aún no las he leído. Pero como mi blog lo que busca entre otras cosas es despertar interés entre los futuros lectores -si los tengo- por la historia "olvidada" que concierne a nuestros antepasados del XVI al XVIII, pues no me importa en absoluto que me adelanten. Ya me iréis contando...

Bien, a falta aún de mi propio análisis, recurro como en otros casos a buscar reseñas de editoriales u otros lectores en la web. Aquí, extraigo parte de la reseña publicada por un lector en Hislibris -link completo aquí-


“... Antes de continuar con la reseña me gustaría hacer un inciso sobre un elemento importante, eje argumental necesario, de la novela que tenemos entre manos, Resiste Tucson, de Alber Vázquez, editado por Inédita en 2010. Gran parte del libro se desarrolla en el Presidio de Tucson, sita en el desierto de Sonora, alrededor de 1782, concretamente en las Guerras Apaches que asolaron la zona por aquellas fechas. (….) Este Presidio protegía a los colonos que se habían afincado en la zona de Tucson a mediados del siglo XVIII, y los defendía cual castillo medieval, desde sus empalizadas, de las incursiones indias que hostigaban a los españoles, robando sus caballos y bueyes, violando a las mujeres y niños, y asesinando a los hombres. Todo se desarrollaba con normalidad meridiana hasta que una inesperada avalancha de apaches hace peligrar la existencia no solo del mismo presidio sino también de los sufridos colonos que con tanto esfuerzo subsisten en la dura tierra de Sonora. 

Pero los apaches, que de forma un tanto extraña han cambiado de estrategia y se han vuelto más agresivos, tienen delante no a unos pusilánimes soldaditos amedrentados por el brillo de los machetes, sino a toda una serie de auténticos guerreros españoles que no están dispuestos a que ningún desalmado ponga un pie en el presidio, arrample con las cosechas o ponga un dedo en la dulce cabellera de una de las mujeres. Los españoles ven como se acerca toda esa turba y con una parsimonia increíble y formal sacan sus sables de sus vainas, y enfilan las aceradas lanzas contra el enemigo. Que Dios se apiade de los apaches porque el día de la sangre ha llegado.

En este libro podemos observar dos ideas claras en la mente del autor. Por un lado, con un tono duro, seco y efectivo que acompaña toda la obra, nos enseña el periodo histórico de las batallas hispano-apaches en la medianía del siglo XVIII. Nos muestra toda la valentía y abnegación que unos militares como por ejemplo el capitán Allande o el sargento Sosa, muestran por su patria, por muy lejos que estén de ella. Tienen un código divino, unas ideas militares que están por encima del bien y del mal y que no dudan en defender y perder su vida para proteger a los colonos que tienen asignados. Y por otro lado, la novela es todo un homenaje a todas aquellas personas, sobre todo españolas que fijaron su residencia en aquellos lugares tan lejanos de sus raíces y desafiaron con sus vidas los peligros que arrostraba una tierra hostil. Personas que persiguieron sus sueños y que fiaban su existencia detrás de los aguerridos soldados. En verdad es una pena que la apuesta arriesgada de estos soldados y estos colonos fuera olvidados por las generaciones que les siguieron. Menos mal que escritos como este que nos ofrece Alber Vázquez nos devuelve una parte de las hazañas de estos héroes anónimos.

Resiste Tucson es una gran novela de aventuras, acción y hazañas increíbles. Una historia que no deja indiferente a nadie y que le mantiene despierto todo el rato, siendo inmisericorde con el lector. Alber Vázquez ha sabido encontrar entre estas páginas el punto exacto entre entretenimiento e historia épica. Se la recomiendo pues no solo aprenderán una parte de nuestra historia americana, porque aunque se sorprendan sí estuvimos allí, sino porque con su lectura honraran la memoria de los grandes héroes que a base de inteligencia y una espada dura como los dientes del lobo supieron poner en aquella tierra su peculiar pica de valentía.”


Por otro lado, el propio autor nos ofrece en su web personal más información y reseñas sobre su novela -ver http://albervazquez.com/index.php?id=resiste-tucson-

Lo dicho. Que la disfrutéis... 


Largo Camino hacia Zuni Pueblo, de Álber Vázquez


Esta novela se puede se puede leer de forma independiente de la anterior, o considerarla una continuación -mismos protagonistas, distinto escenario-. Para ampliar la información, recurrimos de nuevo a la web personal de Álber Vázquez http://albervazquez.com/index.php?id=largo-camino-hacia-zuni-pueblo, de la que extraemos este párrafo:

“Tucson ha crecido y el capitán Zúñiga decide que ha llegado el momento de enviar colonos a Zuni Pueblo. A su juicio, la ruta es segura y no se presentarán problemas. El alférez Sosa, al frente del puñado de soldados que escolta la comitiva, no está tan seguro. Ahí fuera hay muchos peligros. Y apaches. Y navajos. Va a ser un viaje difícil. Y no todos llegarán vivos a su destino”...


LLEVARLO AL CINE


Para concluir esta entrada, me gustaría volver al principio. Si bien el cine del Far-West está actualmente lejos de su época dorada, todavía se pueden ver actualmente películas más recientes que mantienen su alta calidad -Appaloosa, BlackThorne, Django Desencadenado, Tombstone, El Renacido, Los Odiosos Ocho, Valor de Ley, ...-, y que mantienen el alto nivel de este género.

Es por esto que, con los antecedentes comentados aquí, me atrevo a lanzar al aire una propuesta: Si como hemos visto, nadie como los soldados del Virreinato exploraron los vastísimos territorios del Oeste americano, conocido, combatido o pactado con las principales tribus indias; sabiendo además que los Dragones de Cuera eran casi todos nacidos en América, que muchos de ellos se incorporaron al ejército mexicano tras su independencia; esto es, que forman parte del acervo común histórico de nuestros dos países… ¿Por qué no sacar una coproducción Hispano-Mexicana que narre en lenguaje cinematográfico algún hecho relevante de los dragones? ¿No daría la historia de Juan Bautista de Anza para un "peliculón"? ¿Y el asalto apache a Tucson? ¿Y por qué no, ya puestos, una superproducción global al estilo La Conquista del OesteHow the West Was Won-? Y tantos otros, vaya..



A mí –me perdonan la intromisión- se me ocurren varios directores inteligentes, valientes y con curriculum de sobra para ejecutarla. Por la parte mexicana veo altísimo nivel para esto en Alfonso Cuarón –se matriculó CumLaude en lo implacable de los espacios infinitos con Gravity-, González Iñárritu –solamente hay que volver a ver El Renacido-, Guillermo del ToroEl Laberinto del Fauno, HellBoy- y por la parte española veo perfecto candidato a Alejandro Amenábar, a Álex de la Iglesia y tal vez a José Luís Garci. Se admiten otras propuestas…

Y por aquí nos quedamos...

Otras fuentes utilizadas:


https://laamericaespanyola.wordpress.com/2016/04/26/nueva-espana/

https://laamericaespanyola.wordpress.com/2017/06/19/dragones-de-cuera/
http://manuel-maqueda.blogspot.com/2012/03/los-dragones-de-cuera.html
https://lasoga.org/dragones-de-cuera-en-el-confin-del-mundo/
https://www.despertaferro-ediciones.com/2018/dragones-de-cuera-batalla-san-agustin-de-tucson-apaches/
https://confederacinhispanica.wordpress.com/2018/12/06/los-presidios-espanoles-de-la-frontera-del-virreinato-los-dragones-de-cuera/
http://www.grandesbatallas.es/herencia%20espanola%20en%20usa.html
https://iberoamericasocial.com/dragones-cuera/
https://elpais.com/cultura/2017/09/08/actualidad/1504889283_198145.html
https://elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=45&t=24158&start=0&hilit=dragones+de+cuera#p929649
https://www.quo.es/ser-humano/g41058/los-espanoles-que-conquistaron-el-salvaje-oeste-americano/

8 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Muchas gracias.Me alegra que te guste. Disculpa la demora. Acabo de verlo

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  2. Excelente y documentado artículo. Imprescindible para conocer aspectos de nuestra historia, totalmente desconocidos por la mayoría de españoles.

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    1. Muchas gracias. Me alegra y anima tu opinión. Efectivamente, se trata de difundir entre todos la increíble historia que tenemos
      Disculpa por la demora. Acabo de ver tu comentario...

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  3. Hace unos años recibí una fotocopia de un periódico yankee con la entrevista a Don Vicente Ferrer, que entonces tenía 93 años, quien asegura que Gerónimo había caído de un caballo siendo jovencito y fue ayudado por su familia y que ello inició una amistad y la gratitud de Gerónimo hacia ellos. Esa amistad le permitía andar libremente por territorio apache. Si fuera de su interés lo puedo facilitar a ustedes. Saludos

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    1. Estimado amigo. En primer lugar mis disculpas por no responderle antes. No me había dado cuenta de su comentario...
      En segundo lugar, muchas gracias por su propuesta y por supuesto que me parece interesantísima la noticia sobre Gerónimo
      Le invito a que me la mande por mail: fhmiron@gmail.com y la subiré al blog
      Cordiales saludos

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  4. Conozco el trabajo sobre los Dragones de Cuera, de Francisco Moreno del Collado. Sorprendente y estupendamente presentado. Ánimo a todos.

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    1. Muchas gracias. Yo esperando al valiente que los lleve al cine...

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“Lo que hacemos para ser amados”. Leído en algún episodio del Sandman, de Neil Gaiman