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domingo, 26 de enero de 2020

El legado español en Estados Unidos

Pasadena City Hall

España fue el primer país europeo en establecerse en el territorio de los Estados Unidos y ha sido el que más tiempo se ha mantenido allí. Esta influencia se hace presente en campos muy diversos: desde la exploración y puesta en el mapa de su territorio, hasta la fundación de ciudades. Una larga etapa de dominio español (1565-1821) ha dejado tras de sí influencias decisivas en la estructura del territorio y la conformación de su paisaje.


 Fort Matanzas. Fuerte español construido en Florida de 1740

El Álamo. Misión española en el corazón de la historia de Texas


Tal como señala la página web de The Hispanic Council -un think tank independiente que tiene como misión difundir la herencia cultural hispana de Estados Unidos-: “Ambos países comparten una herencia común que se ha mantenido a lo largo de la historia. Los símbolos de muchas ciudades y estados, la toponimia del país llena de referencias hispanas, las ciudades fundadas por los españoles que habitaron esas tierras y muchos otros elementos culturales e históricos mantienen vivo el intenso pasado que comparten estos dos países”. Esta institución ha publicado recientemente un informe que cuenta el legado español en otros símbolos actuales del país. Algunos de ellos son:

Símbolos de España en los Estados americanos

Actualmente, de los 50 estados que forman parte del país, seis tienen referencias a España en sus banderas. Más concretamente podemos encontrarlas en: Alabama, Arizona, Montana, Nuevo México, Florida y Arkansas. Por otro lado, los sellos y los escudos de armas son emblemas de cada estado que se utilizan para documentos oficiales, representación en diversas oficinas estatales y otros usos. En muchos de ellos también podemos encontrar alusiones a la presencia española en diferentes territorios del país.


La bandera confederada, diseñada por el congresista americano William Porcher Miles y utilizada básicamente en operaciones militares, ha sufrido cambios a lo largo de la historia pero siempre ha estado vinculada a España (inicialmente estaba compuesta de tres franjas horizontales con los colores de nuestra bandera), y hoy lleva con orgullo sus trece estrellas de los Estados del sur americano, apoyadas sobre el Aspa de San Andrés, símbolo de la antigua bandera de España


El escudo de Texas tiene anverso y reverso. En el anverso no hay ninguna referencia a España. Pero en el reverso es perfectamente evidente e identificable: la bandera del Reino de España acompaña a las de todos los países o estados que tuvieron soberanía sobre el territorio: México, el Reino de Francia, los Estados Confederados, los Estados Unidos, y por supuesto la República de Texas.
  

El escudo de Montana contiene la leyenda “Oro y plata” en castellano. También forma parte de la bandera del estado.



Símbolos de España en las ciudades de Estados Unidos

A nivel de las ciudades de Estados Unidos el legado español de éstas es más que patente, principalmente en la zona sur del país y en la costa oeste. El número de ciudades y municipios que cuentan con referencias a España en sus símbolos es muy numeroso: Los Ángeles, Santa Fe. San Louis, San Diego, Baton Rouge, Columbus, Riverside, Pensacola, Cupertino, San Agustín… por citar las más relevantes


ü  Pensacola. La ciudad de Florida conocida como La Ciudad de las Cinco Banderas, debido a los cinco estados que a lo largo e la historia tuvieron soberanía sobre ella, posee una bandera que mezcla todas ellas, incluyendo el pendón del Reino de Castilla.


ü  Cupertino. La localidad californiana, famosa por ser la sede central de Apple, muestra un casco o yelmo de los exploradores españoles que llegaron por aquellas tierras, encabezados por Juan Bautista de Anza, el cual llamó así al lugar en honor del santo italiano San José de Cupertino


ü  Los Ángeles contiene en la parte central de su sello un escudo dividido en cuatro partes, correspondientes a los países y reinos a los que ha pertenecido a lo largo de la historia: el sello de Estados Unidos, la bandera de California (estado al que pertenece), el escudo nacional de México y el escudo de Castilla y León.


ü  San Agustín. Su escudo de armas, nos muestra su inconfundible herencia española que hoy permanece más viva que nunca. En el año 1715 los ciudadanos de San Agustín solicitaron a Felipe V que concediera a la ciudad un escudo de armas por su fiel y valiente servicio a España. No hay constancia de que dicha solicitud se cumpliera, por lo que se volvió a presentar al Rey Juan Carlos I en 1991. La investigación realizada por Vicente de Cárdenas y Vicent reveló que, el 26 de noviembre de 1715, el rey Felipe V sí que había autorizado un escudo de armas para la ciudad. San Agustín recibió su escudo el 12 de octubre de 1991, casi 276 años después de su concesión inicial por Felipe V


ü  San Diego. Tanto la bandera como el sello de la ciudad de San Diego tienen una estrecha relación con España y su presencia en este territorio. En lo referente a la bandera, el rojo y el dorado se escogieron en honor a España, país que fundó la ciudad. Además, debajo del sello está escrito 1542, el año en que el explorador Juan Rodríguez Cabrillo entró por primera vez en la Bahía de San Diego y reclamó el área para España.




El Dólar. Inspirado en el Real de a Ocho español

Otro de los grandes símbolos estadounidenses donde se encuentra el legado español es el dólar. Si nos remontamos al siglo XVII, el uso de las monedas españolas estaba muy extendido por el territorio que hoy forman los Estados Unidos. Más concretamente, el Real de a Ocho, conocido como “Spanish dollar”, se convirtió en la primera divisa de curso legal en Estados Unidos en 1775, tal y como aprobó el Congreso Continental a propuesta de Thomas Jefferson. Cuando en 1792 se creó el dólar americano su diseño se basó en el de la moneda española. De esta forma, las barras del dólar simbolizan las dos torres de Hércules, que hoy podemos ver en el escudo de España, al igual que la cinta con la inscripción “plus ultra” convertida en la “S” de uno de los símbolos más famosos del mundo.



Caminos. Ciudades. Edificios y Estilos

En anteriores artículos hemos hablado ya de la huella física dejada por los españoles en los estados norteamericanos que formaron parte de Nueva España; como fueron entre otros los Caminos Reales que articulaban la comunicación entre los distintos territorios , las misiones religiosas y los presidios o fuertes militares, las grandes iglesias; y también la arquitectura civil –palacios, mansiones, cabildos, haciendas-, las ciudades y los puertos que fundaron nuestros antepasados, y que constituyen una invaluable aportación española al urbanismo norteamericano, el patrimonio arquitectónico y la ingeniería civil

Son especialmente reseñables como ejemplo de arquitectura colonial los Palacios de los Gobernadores de San Agustín y Santa Fe, el Cabildo de Nueva Orleans y la Aduana de Monterrey  en California

Cabildo de Nueva Orleans
Tanto es así, que a principios del siglo XX surgió en Estados Unidos un movimiento arquitectónico que se llamó Spanish Colonial Revival architecture, el cual reivindicaba el estilo colonial español y tuvo una gran influencia en el país, además de exportarse a otros países, tanto hispanos como anglosajones.

Desarrollado principalmente en California y Florida, el estilo gozó de gran popularidad entre 1915 y 1931, y muchos hogares usaron el estilo en nuevos barrios residenciales, reflejo del «American way of life». Más de 1 millón de edificios se construyeron siguiendo los modelos de arquitectura española, mezclando la mediterránea con la que los españoles construían en América.


Lightner Museum de St. Augustine. Edificio estilo Spanish Colonial Revival

Ejemplos de este estilo son edificios tan notables como la Universidad de Stanford, la Casa del Herrero, en Santa Barbara, la base aérea militar de Hamilton en California, el ayuntamiento de Pasadena, la colonial de California, el Queen College de Nueva York,… muchos de ellos inscritos en el Registro Nacional de Lugares históricos de Estados UnidosMuchos edificios, parques o reservas naturales recuerdan a los españoles que habitaron estas tierras durante más de 300 años y dejaron su huella en ellas.


Toponimia, estatuas y otras referencias españolas en Estados Unidos

Muchos edificios, ríos, accidentes geográficos, parques o reservas naturales recuerdan a los españoles que habitaron estas tierras durante más de 300 años y dejaron su huella en ellas. La toponimia es otro de los factores que lo atestiguan, quedando más de 2.000 nombres españoles que prueban al menos fonéticamente el paso de España por esas tierras.

Ríos: Colorado, Nueces, Grande, San Juan, Virgen, Dolores, Blanco, Rojo, Salado, Verde, Pecos, Cimarrón, Brazos, San Joaquín…

Accidentes geográficos: Cabo Cañaveral, Cayo Vizcaíno (Key Biscayne), Llano Estacado, isla de Alcatraz, isla Matagorda…


También por el gran número de estatuas en honor a personajes históricos españoles que podemos encontrar en Estados Unidos, desde las dedicadas a Los Reyes Católicos, Cristóbal Colón, Menéndez de Avilés, Ponce de León, Juan de Oñate, Tristán de Luna, Juan Bautista de Anza, Junípero Serra, Bernardo de Gálvez, hasta las que conmemoran a El Cid Campeador. 

Homenaje a los primeros colonos españoles en Texas
El poder legislativo también muestra referencias a España, ya que en la Cámara de Representantes hay un relieve de mármol de Alfonso X El Sabio. Incluso Hernando de Soto tuvo un coche con su nombre producido por la compañía Chrysler y la icónica imagen de los cowboys americanos tiene su origen en las marismas del Guadalquivil



Hablando de indios y cowboys, recordemos por ejemplo que los Mustang o Mustangos son los caballos salvajes de Norteamérica. Pues bien, esta palabra deriva directamente del vocablo castellano “mustango” cuyo significado define a los caballos mesteños en estado salvaje y sin dueño. Durante la conquista de América, los conquistadores españoles reintrodujeron a este magnífico animal. Algunos de estos caballos se convirtieron en cimarrones (animales que se escapan o pierden y que se readaptaron a la vida salvaje) y se fueron extendiendo por todo el continente a partir del siglo XVI. Las inmensas llanuras estadounidenses y la ausencia de depredadores naturales contribuyeron a su rapidísima expansión. Bastantes de estas criaturas fueron capturadas por los nativos americanos, que supieron ver la fortaleza y resistencia que convertía a este animal en un excelente medio de transporte y también de batalla.


En 1787 se celebró el primer rodeo en Texas, siendo gobernador Martínez Pacheco. Fueron precisamente los misioneros españoles quienes enseñaron las claves de esta disciplina a los vaqueros de la zona.

Trovas, romances y coplas españolas en Estados Unidos

Según nos cuenta la Fundación Joaquín Díaz para difundir la obra e investigaciones sobre el folklore español de tradición oral –romances y canciones- cantados por este maestro, “durante el tiempo de la conquista y colonización, España exportó todo su aparatus musical al Nuevo Mundo, donde arraigó fuertemente y perduró a través de las generaciones”.

En este sentido, según explican, “los españoles que se establecieron en lo que es ahora el sudoeste de los Estados Unidos o en las Floridas, eran colonos emigrando a los territorios recién descubiertos y conquistados, con la esperanza de mejorar sus vidas, misioneros movidos por su celo religioso y soldados de fortuna, hombres incansables y atrevidos”.

“Había grandes diferencias entre ellos, pero todos conocían las canciones de su patria, los versos e historias en los fuegos de campamento nocturnos y también el rico repertorio de dichos y proverbios. Esos españoles dejaban tras de ellos, dondequiera que fueran, una verdadera riqueza de folklore”, detallan en la web de la Fundación Joaquín Díaz.

Por otra parte, según la Fundación, “los españoles nunca han sido proclives a hacer distinciones raciales, y de esta forma también, dondequiera que fuesen establecían contactos con los nativos. Este proceso gradualmente llevó al folklore hispano a convertirse en indígena, y por esta razón nadie se sorprenderá por el hecho de que los indios Pueblo de Nuevo México, por ejemplo, canten o reciten romances tradicionales del siglo XVI como si fueran propios”.

Esos romances siempre se transmitieron oralmente de generación en generación, “con las ocasionales variaciones que se pueden esperar de la flexibilidad de las verdaderas canciones tradicionales”. Y hoy, esos romances y canciones populares forman “un espléndido folklore en los territorios colonizados por España en Norteamérica”.

Entre los conquistadores hubo músicos, cantores y tañedores de instrumentos y uno que otro instruyó a los indios en sus artes. Junto con ellos llegó el Romancero, tan popular en esos tiempos que penetró hasta los más recónditos lugares a lo largo y ancho del continente americano, desde la Tierra del Fuego hasta el suroeste de los Estados Unidos.

La tradición de trovar, de echar versos, como comúnmente se ha llamado este arte, se trasladó a América durante la Conquista y la época Colonial siguiendo el ímpetu ya emprendido en el medioevo por trovadores y ministriles españoles. En Nuevo México estos cantos populares mantuvieron su integridad y pureza original.

Hasta el siglo XIX, por doquiera amos, criados, labriegos, pastores y mendigos cantaban romances tradicionales por todo el suroeste. En Nuevo México la tradición se extiende hasta la primera mitad del siglo XX, con hispanos e indios cantando y recitando romances españoles.

La copla popular, tan en auge en los siglos XVIII, XIX como género lírico tuvo una gran acogida en el suroeste de Estados Unidos, donde se recogieron cientos de ellas. Existían incluso competiciones donde los cantadores se retaban unos a otros. Gozaban de gran respeto en la sociedad y no había evento social sin sus coplas.


Causas del olvido actual

El escritor Fernando Martínez Laínez –coautor junto a Carlos Canales del libro Banderas Lejanas, uno de los ensayos de referencia para quien desee conocer más a fondo esta espectacular aventura- , hizo la siguiente reflexión en una entrevista publicada en prensa sobre la memoria que los españoles guardamos de  este periodo:

“El olvido de la actuación española en Estados Unidos viene determinado por dos factores. En primer lugar, por el propio olvido español y, luego en Estados Unidos, la huella anglosajona en definitiva menosprecia mucho la cultura española. Se inventó el término “Latin” que es minusvalorador, de una cultura inferior. En segundo lugar, la cultura francesa durante el siglo XVIII y XIX ha ejercido un gran atractivo cultural e intelectual sobre las élites norteamericanas y ese auge coincide con una época de decadencia española”. De todos modos el culpable de borrar el recuerdo es de España. “Hay que achacar esta incomunicación a España que es incapaz reivindicar su propia historia”

Como soy optimista, pienso que siempre es tiempo de indagar más a fondo sobre nuestro legado común en el mundo. Un legado útil igualmente para comprender mejor el presente y tal vez repensar el futuro, que para los hispanohablantes, si nos lo proponemos, también puede resultar fascinante.

Fuentes Utilizadas

Banderas Lejanas. La exploración, conquista y defensa por España del territorio de los actuales
El legado español en los símbolos de Estados Unidos. Juan Ignacio Güenechea. Publicación de The Hispanic Council. Junio 2019


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“Lo que hacemos para ser amados”. Leído en algún episodio del Sandman, de Neil Gaiman