Para leer en calma. Como en una tarde de estío, mientras se acerca sosegado el ocaso.

Siempre que no tengas algo mejor que hacer, claro....

martes, 23 de marzo de 2021

Hispanoamérica. Ojalá nos hubieran conquistado los ingleses...

 Demasiadas veces leemos o escuchamos esta idea por parte de los hispanoamericanos, procedentes de diversos niveles culturales. Lo escuchamos de parte de gente “a pie de calle”, y también de personas que gozan de prestigio intelectual, con formación cultural notable, que ejercen actividades relacionadas con la cultura, las ciencias o las humanidades. Se formula esa reprobación defendiendo que si la conquista y colonización de toda América la hubieran realizado los anglosajones otro "gallo cantaría" para la retrasada, católica y pacata América hispánica. El evidente contraste de desarrollo económico, industrial y social entre las "Américas del Norte-norte" (EEUU y Canadá) y el resto del continente, sería el principal argumento de este prejuicio tan extendido.


Es una forma de verlo, muy conveniente por cierto para los países de cultura inglesa. Pero resulta que es FALSA. Un análisis un poco más exhaustivo demuestra que la tesis anterior olvida –obvia, aparta, no considera, etc.- descaradamente muchos datos, como por citar algunos:


1. Menciona siempre como supuestos éxitos de gestión colonial inglesa economías y sociedades pujantes y avanzadas como las de EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… pero oportunamente olvida mencionar otros países –también ex colonias inglesas- que contradicen dolorosamente este argumento: Namibia, Ghana, Kenia, Nigeria, Tanzania, Egipto, Sudán, Uganda…; Dominica, Granada, Jamaica, Trinidad-Tobago, Guayana….; Irak, Jordania, Malasia, Pakistán, Bangladesh…; Papúa Nueva Guinea, Samoa, Fiyi,… algunos de los cuales ostentan de los mayores índices de desigualdad, corrupción, inseguridad y pobreza del mundo.


2. Desconoce el hecho histórico de que los principios básicos de la economía de mercado y del liberalismo económico fueron diseñados por académicos de la Escuela de Salamanca durante el Siglo de Oro español, mucho antes de existir Adam Smith, Locke o los demás calvinistas y protestantes escoceses, y siglos antes de la Escuela de Economía Austríaca, por ejemplo. 


3. Los defensores de la “superioridad” inglesa a lo mejor no se han parado a pensar que, después de la ancestral “Ruta de la Seda”, que unía Asia con Europa -por cierto, sin participación alguna de británicos-, son las Españas –así, en plural- las que, mediante  la Flota de Indias y el Galeón de Manila, establecen la primera ruta de comercio mundial de la historia, además de la más larga de su época -15.000 millas náuticas, que unía tres continentes atravesando dos océanos-. Duró casi 300 años, siendo también la más longeva de la historia.


4. En cuanto a las divisas internacionales, la historiografía anglosajona olvida el hecho de que el Real de a Ocho de las Españas se constituyó como la moneda universal del comercio durante más de 300 años. La mayor duración jamás obtenida para una divisa de referencia. Además, el modelo del real de a ocho fue copiado para el surgimiento del dólar estadounidense, el dólar de Canadá, el yuan chino, el yen japonés, los pesos de las repúblicas independientes americanas, el peso filipino y otras muchas monedas alrededor del mundo. Superó en duración al propio imperio español. Por comparación, la libra esterlina fue moneda de referencia unos 75 años –y no en todo el mundo-, y el actual dólar americano lo lleva siendo desde 1944, compitiendo duramente desde hace 20 años con el euro.


5. Por otra parte en materia jurídica desconoce u olvida mencionar el aparato legal de protección de los naturales creado por la monarquía hispánica (testamento reina Isabel, Leyes de Burgos, Controversia de Valladolid, Leyes de Indias, etc.) frente a la inexistencia de legislación alguna de protección por parte de los británicos u holandeses (hasta el punto de que p ej. los aborígenes de Australia hasta mediados del siglo XX estaban catalogados en los documentos legales ingleses como “fauna” local). Ejemplos hay muchísimos –busquen p. ej. la Indian Removal Act y el trato dado por EEUU a los nativos de Norteamérica- . El resultado está bien claro al ver la distribución racial actual de población en los países hispanos frente a la población actual de EEUU u Oceanía.


6. En materia de educación y sanidad, olvida mencionar la increíble distancia temporal y numérica de las instituciones educativas y sanitarias creadas por España en su expansión imperial -universidades, colegios virreinales, hospitales, etc-, comparándolas con las que crearon –si es que lo hicieron-, el resto de potencias ultramarinas. Lo mismo para las imprentas, ediciones de libros y traducciones a lenguas nativas de los textos europeos. La explicación es sencilla: los territorios ultramarinos “eran” España.


7. Desconoce completamente quien opina así la situación y como se vivía en la América Española durante la época de los Virreinatos, así como la forma de gestionarse estos territorios –provincias, no colonias-. Poco sospechoso de hispanófilo, les recomiendo a todos la lectura del Ensayo Político del reino de la Nueva España, del naturalista, explorador y viajero alemán Alexander Von Humboldt, el cual viajó por la América Española a comienzos del siglo XIX, y aunque venía cargado de prejuicios sobre las Españas heredados de la Ilustración alemana, tuvo que corregir “in situ” muchos de sus apriorismos.


8. Esta tesis olvida “intencionadamente” –y esto es fundamental- situar temporalmente el momento de cambio de paradigma productivo según ambos tipos de administración: los países de administración anglosajona que han crecido económicamente lo hicieron DESPUÉS de liberarse del yugo de la metrópoli; es decir, posteriormente de terminar este expolio. Sin embargo, los países hispanos comenzaron su decadencia precisamente A PARTIR de su separación de España y fragmentación en micro-estados. Inglaterra perdió colonias. Las Españas –europea y de ultramar- eran un solo reino, que se fragmentó. Este es el quid de la cuestión, y la gran diferencia de concepto entre ambas visiones expansivas.


9. Asimismo, el argumentario desconoce o no menciona el hecho de la participación –directa e indirecta- de Inglaterra -y su masonería- en las guerras de independencia hispanoamericanas –siempre del lado y alentando los deseos de poder de la oligarquía local criolla-, además del hecho que fueran en gran medida largas guerras civiles entre compatriotas, estando la mayoría de la población indígena del lado de la corona española.


10. Tampoco menciona lo conveniente que fue para Inglaterra –y EEUU- la formación de micropaíses –débiles y manejables- como resultado de las independencias. Hasta el punto de que cuando Bolívar se da cuenta de la atomización y disensiones provocadas entre territorios hermanos intenta reconducir la situación, y es cuando pierde todo el apoyo de Inglaterra – hasta el momento socia y aliada- y de la oligarquía local –de la que él mismo formaba parte-. Muy interesante la vida de los “libertadores”, realmente.


11. Ya terminando, otro punto extraordinariamente interesante y muy poco estudiado trata sobre la cantidad de reservas de oro que había en los bancos centrales de ciudad de México, Buenos Aires, Caracas, Lima… en el momento de las independencias y, sobre todo, lo que ocurrió con esas reservas inmediatamente después -seguro que les sorprenderá muy mucho-. Más aún cuando averigüen que la potencia que esquilmó esa enorme cantidad de oro la utilizó en gran parte como carísimos préstamos a los micro-estados resultantes, que nacieron enormemente endeudados y obligados a comerciar en exclusiva con esa potencia “amiga”, en las onerosas condiciones que este nuevo “león” decidió. Posteriormente esta política fue seguida con ansia por la otra potencia angloparlante del continente…


Y como colofón, copio aquí un extracto de un libro del doctor en Economía, en Filosofía y miembro de la Academia de Historia colombiana Pablo Victoria, que habla de la vida y la sociedad en las capitales de los Virreinatos:

(…) “Ya los ingleses habían calificado a ciudad de Méjico «la ciudad más rica y espléndida del mundo» en el mismo diario (el Morning Post). Y no era exageración porque el fraile inglés Thomas Gage compara la capital mejicana con Venecia y cree que es una de las más ricas y grandes del mundo, de casas hermosas y espaciosas, de calles muy anchas, porque en las más estrechas cabían tres coches.
(…) En cuanto al nivel medio de vida, veamos su “cesta de la compra”: consumía la capital mejicana a principios del siglo XIX, en tiempos de la visita de Humboldt y en pleno régimen español, 189 libras de carne per cápita y Caracas 141 libras, cuando París consumía solo 163; en Méjico se consumían 363 libras de pan per cápita, cuando en París 377, pero hay que tener en cuenta que en Méjico se preferían las tortillas de maíz. Para abundar, mientras un minero mejicano cobraba de 25 a 30 francos por semana de cinco días, en Sajonia el mismo minero cobraba de 4 a 4,5 francos.
(…) Esto mismo se podía decir de Lima, por muchos considerada aún más hermosa y rica que Méjico. Las gentes gozaban de un nivel de vida envidiable, incluidas las clases bajas que iban distinguidamente vestidas y adornadas de joyas, de ricas sedas y de los encajes más finos de Flandes.
(…) Londres, en cambio, tenía un mal pavimento, la Plaza de St. James era un receptáculo de basuras y desperdicios que hacían las delicias de los perros; el alcantarillado era tan malo que en tiempos de lluvia se inundaban las calles que en verano hedían porque desde las ventanas se tiraba todo tipo de desperdicios, incluidos los humanos, y no eran pocos los baños indeseados y chichones que se propinaban a los desprevenidos transeúntes. Y en cuanto a la seguridad se refiere, prevengo que los ladrones y salteadores de Londres se dedicaban a sus oficios con impunidad cuando, en contraste, la capital mejicana gozaba de tranquilidad y buena policía. Esto es lo que dicen los cronistas de la época. En realidad, de verdad, las posesiones españolas de América eran las más ricas de cuanta metrópoli alguna las hubo….(…)”

En fin, invito a los lectores a investigar por su cuenta cada uno de los puntos aquí mencionados, sobre todo para  conocer mejor y defender con orgullo nuestra herencia y nuestra identidad hispana, que es heredera de la griega, la romana y la mediterránea; que se mezcló con los pueblos de América y dejó una forma de convivencia, un idioma y un acervo cultural que cuando -más pronto que tarde- sea redescubierto por sus herederos, el asunto se va a poner de lo más interesante…


Más aún en este asunto, en el que durante los 200 últimos años solo ha existido un discurso, el único que conviene a los que antes siempre nos envidiaron. 


Nos queda todo un futuro por construir...


Bienvenidos

miércoles, 17 de junio de 2020

La Escuela de Salamanca. Nacen los Derechos Humanos y la Economía de mercado

 

"Los principios teóricos de la economía de mercado y los elementos básicos del liberalismo económico no fueron diseñados, como se creía, por calvinistas y protestantes escoceses, sino por los jesuitas y miembros de la Escuela de Salamanca durante el Siglo de Oro español."

Friedrich A. Hayek. Economista austriaco y premio Nobel de economía


"La humanidad pasó a ser entendida de una forma “moderna”: la conforman todos los seres humanos que habitan cualquier parte de la tierra. Este derecho natural a nacer libres pasaba a convertirse en algo consubstancial al ser humano"

"Marianne, la denominación dada en Francia a la República, procede del nombre del jesuita español Juan de Mariana, ilustre miembro de la Escuela de Salamanca”

Florence Gauthier. Historiadora francesa. Especializada en el estudio de la Revolución Francesa

 

Comenzamos aquí a sacar a la luz el siguiente tesoro que nos depara este viaje, que busca también invitar a que algún lector libere tal vez prejuicios adquiridos y pueda conocer mejor y, sobre todo, internalizar, el alcance y trascendencia que tiene formar parte del acervo cultural de la Hispanidad.

Con esta entrada inauguramos una serie de recopilaciones relativas a las corrientes de pensamiento, ética, ciencia y conocimiento que generaron las Españas; mediante los cuales se crearon disciplinas académicas en diversas materias –algunas  inexistentes hasta la fecha-; y que, en sus modelos actualizados, se siguen impartiendo en diversas universidades y centros de conocimiento, además de aplicarse en nuestra vida diaria y estar en continua investigación por profesionales especializados. Crearon Escuela, aunque desafortunadamente –y como tantos otros logros de nuestros antepasados- sean generalmente desconocidos fuera de los circuitos más eruditos y exclusivos.

La primera entrega de esta serie va dedicada a una institución que, si bien es probable que sea conocida y nombrada por mucha gente, son bastantes menos los que realmente saben que significó para la historia del conocimiento universal. La ESCUELA DE SALAMANCA fue una corriente de pensamiento fundamental en diversas áreas del saber que tuvo lugar en el renacimiento del siglo XVI, a través de un grupo de teólogos y juristas concentrados principalmente en la ciudad de Salamanca, España.

Si las ciudades-estado italianas iniciaron el Renacimiento en el siglo XV, España y Portugal investigaron el nuevo mundo en el XVI y emergieron como centros de comercio y empresa. Intelectualmente, las universidades españolas engendraron una recuperación del gran proyecto escolástico –el llamado segundo escolasticismo-: partir de las tradiciones grecorromana y cristiana para investigar y expandir todas las ciencias, incluyendo la economía, sobre la base firme de la lógica y la ley natural.

Como la ley natural y la razón son ideas universales, el proyecto escolástico era una búsqueda de las leyes universales que gobiernan la manera en que funciona el mundo. Y aunque la economía no se consideraba una ciencia independiente, estos investigadores se dirigían hacia el razonamiento económico como una forma de explicar el mundo que les rodeaba. Buscaban regularidades en el orden social y producían patrones católicos de justicia para actuar sobre él.

Los integrantes de la Escuela de Salamanca renovaron la teología, sentaron las bases del derecho de gentes moderno, del derecho internacional y de la ciencia económica moderna. Matemáticos de esta Escuela estudiaron la reforma del calendario, por encargo del papa Gregorio XIII, y propusieron la solución que se implantó posteriormente –Calendario Gregoriano-. También tuvo Salamanca en esa época las que probablemente fueron las primeras alumnas universitarias del mundo: Beatriz Galindo y Lucía de Medrano. Medrano fue la primera mujer que dio clases en una Universidad.

Universidad de Salamanca. Claustro de sabios

La Universidad de Salamanca es la universidad más antigua de España y una de las cuatro de Europa abiertas actualmente, junto con las de Bolonia, Oxford, y París (La Sorbona). Tuvo su origen en la Escuela Catedralicia de Salamanca, fundada en 1130. El primer documento oficial fue expedido por el rey Alfonso IX de León, quien le concedió en 1 de enero de 1218 la categoría de Estudio General salmantino, "Studii salmantini". Bajo el reinado de Alfonso X el Sabio, rey de Castilla y León, el Estudio General se convirtió en Universidad, en su doble carácter de real y pontificia, el 8 de mayo de 1254. 

En plena Edad Media, cuando la mayoría de la población europea era analfabeta en una sociedad agraria y rural, Salamanca se convirtió en pionera y en el origen del conocimiento universal en España. Su estudio y su pasión por las escuelas universitarias la convirtió en centro neurálgico para estudiantes y profesores, la mayoría de ellos procedentes del mundo del clero, que era el colectivo que podía presumir de saber leer y escribir.

Se impartían estudios en Derecho, Medicina, Lógica, Gramática y Música. Los profesores de asignaturas relacionadas con el Derecho gozaban de un sueldo mayor, al tratarse de una universidad inclinada hacia las disciplinas jurídicas. Ante los siglos XIII y XIV se fueron creando nuevas cátedras, especialmente en Derecho. El espaldarazo final le llegó en el año 1255 con la bula del papa Alejandro IV que le otorgó la licentia ubique docendi, con la que se reconocía la validez de los grados otorgados por la Universidad de Salamanca en todo el mundo

1614 — University Lecture Room by Martin de Cervera — Image by © Alfredo Dagli Orti/The Art Archive/Corbis

Las clases se impartían en latín, lo que facilitaba la movilidad internacional de profesores y estudiantes al ser una lengua utilizada en toda Europa.

Años de esplendor

Durante el Siglo de Oro español fue cuando la Universidad se convirtió en el escenario de relevantes acontecimientos para la historia de la humanidad. En el claustro de esta Universidad se discutió sobre la viabilidad del proyecto de Cristóbal Colón y las consecuencias que traían sus afirmaciones. Tras el descubrimiento de América, se discutió sobre el derecho de los indígenas a ser reconocidos con plenitud de derechos; la denominada polémica de indias fue algo revolucionario para la época.

El caso es que los sabios de la Escuela de Salamanca  formaron igualmente un importante foco humanista, renovaron la teología, sentaron las bases del Derecho moderno de gentes, del Derecho Internacional, precursora de los primeros Derechos Humanos, encabezados por Francisco de Vitoria. Y efectuaron los primeros estudios en etnografía y antropología social moderna, especialmente por Bernardino de Sahagún. Relacionando la democracia con la justicia definieron el concepto de la Comunidad Internacional

Este movimiento fue llevado a cabo por un grupo de teólogos y juristas que basándose en la teoría del Iusnaturalismo, desarrollaron las primeras leyes en Derecho Internacional de Gentes, precursores de los Derechos Humanos. Sus miembros más brillantes fueron Francisco de Vitoria (1483-1546), el fundador de la escuela, Domingo de Soto (1494-1570), Martín de Azpilcueta (1493-1586), Bernardino de Sahagún (1499-1590), Tomás de Mercado (1500-1575), Domingo Báñez (1528-1604), Luis de Molina (1535-1601) Juan de Mariana (1536-1624), Francisco Suárez (1548-1617), etc. 

Se analizaron los procesos económicos por primera vez, generándose el primer movimiento de estudios y análisis de la macro economía moderna. La Escuela de Salamanca fue la primera corriente de pensamiento de carácter económico, moral y jurídico, que debatió los problemas morales derivados del innovador sistema comercial y de la mentalidad neo-mercantilista generada en Europa durante la Modernidad y el descubrimiento del Nuevo Mundo.

El iniciador. Francisco de Vitoria

Francisco de Vitoria fue el inspirador de la Escuela de Salamanca y teorizó sobre la economía desde un punto de vista moral. Según Vitoria el orden natural se basa en la libertad de circulación de personas, bienes e ideas. En sus clases trataba los temas de mayor actualidad y a ellas asistían tanto los estudiantes como los profesores. Su capacidad docente era extraordinaria, sus alumnos le admiraban tanto que le llamaban «el maestro» y hasta los hombres de gobierno acudían a él para pedirle consejo. Es considerado el padre del derecho internacional moderno y el principal defensor de los derechos humanos de los indios americanos.

Durante los veinte años que pasó en Salamanca, afrontó los mayores desafíos intelectuales de su época renovando métodos y temáticas, y originando una verdadera corriente de pensamiento teológico-jurídico destinada a tener enorme repercusión. Su obra gira en torno a la dignidad y los problemas morales de la condición humana. Fue especialmente influyente por sus aportaciones jurídicas, aunque también tuvieron gran repercusión sus estudios sobre teología y sobre aspectos morales de la economía. Sus enseñanzas se han conservado en trece relecciones —lecciones solemnes— dedicadas, entre otros temas, al homicidio, al matrimonio, a la potestad civil y eclesiástica, a las relaciones entre el Concilio y el Papa, a la guerra justa o a los conflictos originados por el Descubrimiento de América, la incorporación de aquellos territorios a la Corona Española y la paz y el respeto en las relaciones con los indios.

Para Vitoria, la comunidad internacional debía regirse por un conjunto de leyes justas con los derechos de todos los pueblos, ya que la armonía y convivencia de la Humanidad depende de la convivencia de cada uno de los estados que la componen.

En su cuerpo jurídico puso encima de la mesa seis elementos esenciales: primero, la defensa de los derechos individuales a la vida, la libertad y la igualdad ante la ley; segundo, la defensa de la propiedad privada y los contratos; tercero, la importancia del mercado y el comercio internacional; cuarto, la necesidad de mantener un gobierno controlado y limitado; quinto, la defensa de la soberanía del pueblo y del principio de consentimiento de los ciudadanos; sexto, la defensa del derecho de oposición o rebelión frente a los tiranos.

Los padres de la Teoría Económica

Los estudiantes de economía normalmente remontan los orígenes del pensamiento pro-mercado al profesor escocés Adam Smith (1723-1790). Esta tendencia a ver a Smith como origen de la economía está reforzada entre los estadounidenses porque su famoso libro Una investigación de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones fue publicado el año de la independencia estadounidense de Gran Bretaña.

Hay muchas cosas que olvida esta visión de la historia intelectual. Los fundadores reales de la ciencia económica en realidad escribieron cientos de años antes que Adam Smith. No eran economistas como tales, sino teólogos morales, formados en la tradición de Santo Tomás de Aquino y se los conoce colectivamente como los escolásticos tardíos. Estos hombres, la mayoría de los cuales enseñaron en España, eran al menos tan favorables al libre mercado como la tradición escocesa muy posterior. Además, sus fundamentos teóricos eran todavía más sólidos: anticiparon las teorías del valor y del precio de la Escuela Austríaca de finales del siglo XIX.

Entre sus principales aportes se encuentran la aceptación de la ley de la oferta y de la demanda como agentes en la determinación de precios de un mercado libre, la exposición de una teoría subjetiva del valor de los bienes, y el establecimiento del valor del dinero en función, no sólo de su abundancia o escasez, sino de su capacidad de compra, la doctrina general del interés y el análisis del sistema tributario.

Su gran hallazgo para la macroeconomía moderna fue la formulación de la Teoría cuantitativa del dinero, tratándose de una relación entre la abundancia de moneda y el aumento del nivel de precios y, por influencia de esa teoría, la del intercambio de divisas. Esta teoría demuestra que el incremento de la masa monetaria en circulación ocasiona un incremento proporcional en el nivel de los precios. Su ecuación fue desarrollada en el siglo XX por Irving Fisher mediante la fórmula M x V = P x Y, es decir, que la masa monetaria por la velocidad de circulación es igual al producto nacional por el nivel de Precios. Esta ecuación se convirtió en uno de las bases de la economía moderna.

El pensamiento económico de Tomás de Mercado puede observarse en su obra Suma de tratos y contratos.  En ella, el pensador sevillano reflexionó sobre el fundamento de los intereses y condenó la usura  y los monopolios. También profundizó en la Teoría cuantitativa del dinero. La preocupación por estas cuestiones parece lógica, en un contexto caracterizado por la llegada masiva de metales preciosos desde América.

Martín de Azpilcueta fue el pionero en el análisis de los efectos que producía en la economía española la masiva llegada de metales preciosos americanos; su conclusión fue que generaba inflación, por lo tanto un incrementos de precios y carestía. Constató el hecho de que en los países en los que los metales preciosos oro y plata eran escasos los precios de los bienes eran inferiores a los países con abundancia de los mismos. El metal precioso, como una mercancía más, tiene menos valor adquisitivo cuanto más abundante sea. Era una gran paradoja: la posesión de abundante oro y plata generaba pobreza.

Todos estos maestros se pronunciaron también por la libertad económica y declararon que el precio moralmente justo es el formado de acuerdo con la oferta y la demanda, con exclusión de violencia, engaño o dolo, y siempre que haya suficiente número de compradores y vendedores, es decir, en ausencia de situaciones de monopolio público que estos doctores tenían por un crimen. Vale la pena citar a este propósito, por su frescura y conocimiento de la realidad, los textos en que Tomás de Mercado dice que el precio justo es el que corre de contado públicamente y se usa esta semana y esta hora, como dicen en la plaza, no habiendo en ello fuerza ni engaño, aunque es más variable, según la experiencia enseña, que el viento. Y que si uno trajo mercería de Flandes y cuando llegó a Sevilla vale de balde, por la gran copia y abundancia que ha, bien podrá guardarla. Mas, si la vende, no ha de tener cuenta con lo que a él le costó, o costeó por el camino, sino con lo que ahora se aprecia en la ciudad, porque a esta variedad y ventura está sujeta el arte del mercader. Ahora debe perder; otro día el tiempo tendrá cuidado de ofrecerle oportunidad y ocasión de ganar.

La obra de este pensador influyó notablemente en épocas posteriores. Especialmente relevante fue, ya en el siglo XX, la Escuela de Chicago, con Milton Friedman a la cabeza, que, al igual que Mercado, dedicaron un gran esfuerzo a la Teoría cuantitativa del dinero.

Domingo de Soto defiende el precio de mercado diciendo que una cosa vale aquello por lo que puede ser vendida, excluida la violencia, el fraude y el dolo; es decir, el precio libremente debatido en un mercado en competencia, palabra que concretamente usa Luis de Molina, cuando dice que la competencia –concurrentium- entre muchos compradores, más unas veces que otras, y su mayor avidez, hará subir los precios; en cambio, la rareza de compradores los hará descender.

Luis de Molina afirmaba que la propiedad privada era una institución de efectos prácticos positivos ya que, por ejemplo, los bienes serían mejor administrados por un solo dueño que si fuesen de propiedad comunal.

Por último, Juan de Mariana sostuvo los argumentos de sus compañeros escolásticos resumiéndolo en una sola frase: "Cuando un asno es de muchos, los lobos se lo comen".

Por esto, todos los doctores de la Escuela de Salamanca miraban la regulación del precio por parte del Estado con la mayor desaprobación. A este respecto es incluso llamativa la postura de Martín de Azpilcueta, quien tajantemente se opone a la regulación del precio, “porque era innecesaria cuando había abundancia e inefectiva o dañina cuando había escasez”.

Dentro de nuestra ancestral ineficacia para difundir los logros propios, el espaldarazo final a la denominación Escuela de Salamanca de economistas vino dado ya avanzado el siglo XX por el economista austriaco Joseph Schumpeter en su Historia del análisis económico (1954), aunque muchos historiadores económicos ya emplearon el apelativo antes que él. Schumpeter estudió la doctrina escolástica en general y la española en particular, y elogió el alto nivel de la ciencia económica en la España del siglo XVI. Según el citado economista, esta escuela fue el grupo que más se merece el título de fundador de la ciencia económica

Cree Schumpeter que justificado está hablar de una escuela de Salamanca de economistas, aunque hay que señalar –y es preciso mencionarlo- que Schumpeter es fiel heredero de los prejuicios históricos existentes sobre los españoles en el norte de Europa. En  la obra citada, hace un amago de extrañeza al descubrir que varios de sus miembros más destacados "happened to be Spanish", es decir, "resultaron ser españoles", aunque afirma que su enseñanza no tenía nada de específicamente español -Ver aquí-. Nada nuevo más allá del ombligo de nuestros socios del norte, ya saben.

Pero la realidad es obstinada, también ante los prejuicios. Ya en la actualidad, el investigador Anton Alexandrovich Afanasyev, Profesor de Análisis de Negocios en la National Research University Higher School of Economics (Moscú) e investigador líder en el Instituto Central de Economía y Matemática de la Academia Rusa de Ciencias, publicó en 2015 un interesante trabajo recopilatorio de las principales doctrinas económicas postuladas por los pensadores salmantinos, que se enumeran a continuación (junto con el año de publicación):

I. En teoría monetaria, algunas de dichas doctrinas son:

a) La teoría cuantitativa del dinero (1556).

b) La teoría de la paridad del poder adquisitivo del dinero (1535-1594).

c) La teoría del valor (utilidad) marginal del dinero (1583, 1642).

d) La doctrina de la demanda de dinero (1601).

e) Una interpretación amplia de la oferta monetaria (1601).

f) La doctrina del mercantilismo monetario (1569) y del mercantilismo de la balanza comercial favorable (1600).

II. En cuanto a la teoría de precios, son significativas:

g) La teoría y los mecanismos de la competencia entre vendedores y compradores (1597).

h) La justificación de la venta con precios libres en los productos de lujo (1535) y en artículos de primera necesidad (1552).

i) La idea de la imposibilidad de que el hombre conozca el valor exacto del precio justo del producto (1546, 1617).

j) La doctrina de los tres actores principales del mercado a partir de los cuales se puede conocer el justo precio (1546).

Los padres del Derecho de Gentes

La Escuela de Salamanca renovó los conceptos medievales del derecho mediante una reivindicación de la libertad del hombre. Iniciaron una doctrina jurídica que reclamaba los derechos naturales del hombre a la vida, a la dignidad, a la propiedad, a la libertad de pensamiento, etc.

Redefinió el concepto de Derecho natural o doctrina Iusnaturalista, aquella que defiende las leyes de hombre originarias desde la misma naturaleza, y todo aquello que exista según el orden natural comparte ese derecho. Concluyó en que si todos los hombres comparten la misma naturaleza también comparten los mismos derechos y libertades. Unas libertades que son algo inherente a ellos mismos y que, por tanto, les pertenecen por encima de las consideraciones de cualquier príncipe o papa, e independientemente de su religión o vinculación política.

Estas ideas iusnaturalistas se llevaron a la práctica en América donde reconocieron los derechos de los indígenas, como el derecho a la propiedad de sus tierras o a la prohibición del uso de la fuerza como medio para convertirles al Cristianismo. La justicia era entendida como una ley natural para el individuo que vive en sociedad.

Los  miembros de la Escuela de Salamanca iniciaron una teoría de la separación de potestades: la del derecho divino y la del derecho natural; que hasta la época no se había desarrollado. Defendieron que el origen del poder real tenía su origen en la soberanía del pueblo, el cual la transmite al príncipe gobernante en bases a un pacto o contrato entre ambas partes: los seres humanos son libres por naturaleza e insubordinados a cualquier otro ser humano, aunque gobernados por un rey podían deponerlo si este no era justo.

En cuanto al papel del Estado, la mayoría de los salmantinos que analizaron las estructuras políticas, consideraron que lo más importante no era tanto el sistema político sino más bien los derechos y las condiciones disfrutadas por los ciudadanos. Para estos escolásticos, la sociedad es anterior al poder gubernamental como, por ejemplo, afirma Juan de Mariana quien dice: sólo después de constituida la sociedad podía surgir entre los hombres el pensamiento de crear un poder, hecho que por sí solo bastaría a probar que los gobernantes son para los pueblos, y no los pueblos para los gobernantes, cuando no sintiéramos para confirmarlo y ponerlo fuera de toda duda el grito de nuestra libertad individual, herida desde el punto en que un hombre ha extendido sobre otro el cetro de la ley o la espada de la fuerza.

La existencia de gobierno, por sí misma, significa un límite a la libertad. Consideran este límite necesario, pero para ser válido debía estar fundamentado en la voluntad popular: si para nuestro propio bienestar necesitamos que alguien nos gobierne, nosotros somos los que debemos darle el imperio, no él quien debe imponérnoslo con la punta de la espada. 

Francisco Suárez se convirtió en el principal defensor ese pensamiento iusnaturalista. Suárez defiende la soberanía del pueblo frente al poder real por designio divino. Para él la comunidad se forman mediante un pacto entre hombres libres y soberanos, y esta a su vez otorga un poder político a otro hombre para ser gobernados en base a relaciones de contrato. Esta forma de gobierno natural establecido por contrato entre sus miembros es un principio de democracia. Su teoría contractualista considera que la comunidad puede elegir sus instituciones de gobierno, como monarquía, oligarquía o república, si mantienen el acuerdo en plenitud de condiciones.

Esta visión del hombre fue novedosa en el contexto socio-político del momento, pero más innovador fue el ambiente de libertad con el que estos intelectuales fueron formulando los principios cuestionaban la presencia española en el Nuevo Mundo, incluso con el apoyo de los monarcas españoles.

El erudito revolucionario. Juan de Mariana

La obra De Rege de Mariana fue escrita por sugerencia del rey Felipe II de España y dedicado a su sucesor, Felipe III. Pero la monarquía no salía bien parada en manos del duro Mariana. Ferviente opositor a la creciente marea de absolutismo en Europa y de la doctrina de quienes, como el rey Jacobo I de Inglaterra, opinaban que los reyes gobernaban absolutamente por derecho divino, Mariana convirtió la doctrina escolástica de la tiranía de un concepto abstracto a un arma con la que golpear a los monarcas de su tiempo. Al contrario que otros escolásticos, que ponían la “propiedad” del poder en el rey, afirmaba que el pueblo tiene derecho reclamar su poder político siempre que el rey abuse de él. Mariana fue el antecesor de la teoría del consentimiento popular de John Locke y de la superioridad continua del pueblo respecto del gobierno. Además Mariana también precedió a Locke en sostener que los hombres abandonan el estado de naturaleza para formar gobiernos con el fin de preservar sus derechos sobre la propiedad privada.

Pero la característica más reseñable del extremismo de la teoría política de Mariana fue su innovación creativa en la teoría escolástica del tiranicidio. Mariana amplió la definición de tiranía: un tirano era cualquier gobernante que violara las leyes, que dictara impuestos sin consentimiento del pueblo o que impidiera una reunión de un parlamento democrático. En realidad, Mariana no pensaba que un individuo pudiera realizar un asesinato a la ligera. Primero, debería de reunir al pueblo para tomar esta decisión crucial. Pero si eso fuera imposible, debería al menos consultar a algunos “hombres graves y eruditos”, salvo que el clamor del pueblo contra el tirano sea tan manifiesto que la consulta sea innecesaria.

Mariana nos ha dejado una elocuente descripción del tirano típico y su mortífera tarea:

“Se apropia de los bienes de los individuos y los malgasta, poseído como está por los innobles vicios de la codicia, la avaricia, la crueldad y el fraude (…) Los tiranos, en verdad, intentan dañar y arruinar a todos, pero dirigen su ataque especialmente contra los ricos y hombres honrados en todo el reino. Consideran lo bueno más sospechoso que lo malo y la virtud que les falta les es más formidable (…) Expulsan a los mejores hombres de la comunidad bajo el principio de que quien sea exaltado en el reino debe ser derribado (…) Exprimen a todo el resto, de forma que no puedan unirse, demandándoles nuevos tributos diariamente, promoviendo peleas entre los ciudadanos y uniendo una guerra a otra. Construyen grandes obras a costa y sufrimiento de los ciudadanos. (…) El tirano teme necesariamente que quienes aterroriza y mantiene como esclavos intenten derrocarle (…) Así que prohíbe que los ciudadanos se reúnan, las asambleas y la discusión común de los asuntos de la comunidad, quitándoles mediante métodos de policía secreta la oportunidad de hablar y escuchar libremente, de forma que ni siquiera se les permite quejarse libremente”.

Es comprensible que las autoridades francesas estuvieran nerviosas por las teorías de Mariana y su libro De Rege. Mientras que el rey de España rechazó considerar las propuestas de Francia de suprimir esta obra subversiva –nótese la diferencia de comportamiento real frente a lo que nos han “vendido” de la ilustrada Francia comparada a la oscurantista España- , el general de los jesuitas emitió un decreto a su orden prohibiendo enseñar que es legítimo matar a los tiranos. Sin embargo, este acto de sumisión no evitó una concienzuda campaña difamatoria en Francia contra los jesuitas, así como su pérdida de influencia política y teológica. Francia no olvidó, y la historia cuenta lo que ocurrió con los jesuitas cuando la dinastía borbónica gobernaba en España.

Aunque, por una de tantas  ironías que se prodigan en la Historia, hay que decir que las teorías de Juan de Mariana tuvieron cumplido eco en Francia, hasta el punto de que inspiró a los ideólogos de la Revolución francesa. No somos capaces de inferir si su obra resultó de relevancia para lo que ocurrió con Luís XVI, aunque lo que sí está acreditado es que el padre Mariana dio nombre al símbolo de la I República: la Marianne– como dicen los italianos… vendetta è un piatto che si serve freddo…- 

En todo caso, y tal como señala la experta francesa Florence Gauthier: "La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, de 1789, es un texto que condensa la teoría política propia de la tradición que había unido a figuras como Mariana y Locke"


 


Otras disciplinas científicas

Menos conocidas por el público en general, hay que señalar que en la Universidad de Salamanca también se impartieron disciplinas científicas, como podía ser Astronomía, donde los estudiantes tenían un temario que incluía por ejemplo a Copérnico.

Otros integrantes de esta Escuela también trataron las ciencias naturales, la poesía (como Fray Luis de Leon), la música, las matemáticas o la geografía.

Entre sus docentes contaban con el antes mencionado erudito Domingo de Soto, que fue el primero en establecer que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración constante, siendo éste un descubrimiento clave en física, y base esencial para el posterior estudio de la gravedad por Galileo y Newton. O el encargo que recibieron del Papa Gregorio XIII de sustituir al calendario juliano -creado por Julio César 46 años antes del nacimiento de Cristo- que estaba desfasado respecto a las estaciones; y dando lugar al Calendario Gregoriano.

Por su especial interés, y por el desconocimiento general que existe sobre la autoría de este Calendario, entresacamos aquí la descripción del episodio descrita en el libro “Música, teoría y matemática en el Renacimiento” -Ediciones Universidad de Salamanca, 2014-…:

“El toledano Pedro Chacón (1527-1581), matemático, latinista y teólogo, figuró entre los humanistas más destacados de la Universidad de Salamanca. Chacón se trasladó a Roma, donde el papa Gregorio XIII le encomendó, junto a otros sabios, la reforma del calendario. Aunque el mérito final suele atribuirse al germano Cristóbal Clavio ​y al italiano Luigi Lilio, la intervención del matemático español fue de gran importancia. Hay otro punto clave: las propuestas que remitió la Universidad de Salamanca en 1515 y en 1578 (esta última con la participación de profesores como Diego de Vera, Cosme de Medina, fray Bartolomé de Medina, fray Domingo Báñez, fray Francisco Alcocer, fray Luis de León, Gabriel Gómez y Miguel Francés). «La opinión salmantina del año 1515 ‒escriben Ana María Carabias Torres y Bernardo Gómez Alfonso‒, a la que Luigi Lilio se limitó a añadir las tablas-guía para la celebración futura de la Pascua, fue la que básicamente resultó confirmada por el pontífice en 1582, en la publicación del calendario gregoriano, hoy convertido en calendario civil de la humanidad»” 


Pero estos últimos apuntes científicos sólo son el comienzo de lo que nos espera…


FUENTES UTILIZADAS

La Escuela de Salamanca del siglo XVI: algunas contribuciones a la ciencia económica. ANTON ALEXANDROVICH AFANASYEV. 2015

La Escuela de Salamanca y la interpretación histórica del Humanismo renacentista español. Jorge Roaro. Disputatio. Philosophical Research Bulletin 4 (2014), pp. 189-261

El Pensamiento Económico De La Escuela De Salamanca. Jesús L. Paradinas Fuentes. Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia

https://twitter.com/BECAES_/status/1149747964522434561 

https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Salamanca

http://spainillustrated.blogspot.com/2012/01/universidad-de-salamanca.html 

http://spainillustrated.blogspot.com/2012/03/la-escuela-de-salamanca-la-fundacion-de.html

http://spainillustrated.blogspot.com/2012/03/escuela-de-salamanca-la-fundacion-del.html 

https://mises.org/es/wire/los-verdaderos-fundadores-de-la-economía-la-escuela-de-salamanca

http://www.mises.org.es/2012/01/el-erudito-extremista-juan-de-mariana/

https://bibliotecahistoricausal.wordpress.com/2020/03/30/el-origen-salmantino-del-calendario-gregoriano/

https://twitter.com/themarquesito/status/1235486273168715776

https://twitter.com/BuenoEnfurecido/status/1206258104540844032

https://www.fundacionvillacisneros.es/historia-de-espanha/domingo-de-soto-el-precursor-a-los-trabajos-de-galileo-y-newton/

 

 


domingo, 29 de marzo de 2020

El Real de a Ocho. Primera divisa mundial


España fue durante 300 años ininterrumpidamente la mayor fábrica de moneda del mundo. El Real de a Ocho se constituyó como la moneda universal del comercio durante tres siglos. La mayor duración jamás obtenida para una divisa de referencia. Además, el modelo  del Real de a Ocho  fue copiado para el surgimiento del dólar estadounidense, el dólar de Canadá, el yuan chino, el yen japonés, los pesos de las repúblicas independientes americanas, el Peso filipino y otras muchas monedas alrededor del mundo.

El llamado Real de a Ocho, dólar español, peso duro o simplemente duro, acuñado desde mediados del siglo XVI, moneda de plata de la Monarquía Española y difundido por ésta durante más de tres siglos, fue la moneda más importante del mundo hasta entrado el siglo XIX,  marcando el techo de la economía mundial y sirviendo de divisa obligada al referenciar en ella las monedas circulantes de los otros Estados de su época, para poder participar en el comercio de cinco continentes.


Real de a ocho (plata) de Carlos III

Era la moneda del imperio y lo sobrevivió con creces. En Estados Unidos fue moneda de curso legal nada menos que hasta 1857. Pero además, los reales de a ocho fueron la primera divisa universal, ya que no solo circulaban por toda Europa y en América, sino también en Asia.

Gracias a su gran prestigio fue el principal valor utilizado para los grandes pagos y las operaciones financieras en las que, por primera vez, se iban a ver implicados los diversos continentes. La calidad de su plata, obtenida en las minas americanas y el enorme volumen con el que se acuñó, hicieron que esta moneda fuera la más aceptada en todos los mercados internacionales durante la Edad Moderna.

Concepción y funcionamiento

El Real de a Ocho fue una moneda de plata que acuñó el Imperio español después de la reforma monetaria de los Reyes Católicos en 1497 (responde a la Pragmática de Medina del Campo de 1497) con un peso de 27,468 gramos y una pureza de 0,93055%, que contenía 25,560 gramos de plata pura. Las monedas tenían un valor de ocho reales (8 reales y 272 maravedís. 1 real de a ocho = 1 duro. 2 reales de a 8 = 1 escudo). El Real de a Ocho es de base duodecimal ajustado al patrón ponderal del marco de Colonia de 233,85 gramos de peso, y es la moneda que junto a la Onza, moneda de oro, responde al sistema bimetalista, Real de a Ocho – Onza, del siglo XVI de la Monarquía española, introducido por Carlos I y difundido por Felipe II en todos sus Estados.


8 reales de plata con el escudo de los Reyes Católicos, acuñado en Sevilla. Sin fecha pero posterior a 1497

Las monedas internacionales de épocas anteriores, las emitidas por las repúblicas italianas, se vieron sustituidas por los reales de a ocho españoles, produciéndose así el desplazamiento de la preeminencia económica del mundo mediterráneo, que dejó de ser el eje del comercio y con ello del mundo monetario.

A medida que la corona española iba expandiendo sus posesiones en ultramar, y especialmente tras la conquista del Perú y México, los Reales de Ocho comenzaron a acuñarse también en América. Carlos I, en 1517, creó la Audiencia de México o Nueva España, y el 11 de mayo de 1535 se estableció por Real Cédula la Casa de Moneda de México, la casa de moneda más antigua de América (procediendo el metal de los yacimientos mexicanos de Zacatecas y Guanajuato). La riqueza de las minas de Potosí (donde se encontraban las riquísimas minas de plata, prácticamente una montaña maciza de plata, el mayor yacimiento argentífero que haya existido nunca) darán origen al nacimiento de la casa de la moneda del mismo nombre y al nacimiento de la ciudad entre 1544 y 1554.


Durante los sesenta años siguientes, en Potosí la población aumentó a 160.000, igual que Londres o París. El Cerro Rico de Potosí puede haber producido el 60 % de toda la plata extraída en el mundo durante la segunda mitad del siglo XVI. Sus vetas eran increíblemente ricas. Además de estos depósitos naturalmente generosos, una serie de nuevas tecnologías de producción –la más famosa la amalgama de mercurio o método de patios- combinadas para dar a las minas hispanoamericanas los costes de producción más bajos de plata. Este fenómeno del lado de la oferta fue particularmente fortuito, ya que coincidió cronológicamente con el extraordinario aumento en el valor de la plata causado del lado de la demanda China


Vista panorámica de la villa boliviana de Potosí. Al fondo el Cerro Rico, considerado como la veta de plata 
más rica del Imperio, y probablemente del mundo  

La combinación de costes de producción bajos del lado de la oferta en Hispanoamérica y el aumento del lado de la demanda chino en el valor de la plata en Asia generó probablemente el auge de minería más espectacular en la historia humana

Difusión por el mundo

Durante más de tres siglos el Real de a Ocho no sólo fue moneda internacional, sino que también fue el principal producto de exportación en los Estados del norte del Nuevo Mundo, las Antillas, Filipinas, China, Japón, Indochina, Corea, India y los Estrechos malayos; además de utilizar el Real de a Ocho en las transacciones comerciales con Oriente, Inglaterra y Francia.

Fue tal su difusión, que todos los comerciantes europeos que adquirían mercancías en Oriente debían necesariamente satisfacer su adquisición en moneda de plata española, por lo que tanto en las carabelas portuguesas como posteriormente en los barcos de las compañías holandesas, británicas, francesas o danesas se llevaba el Real de a Ocho como moneda de intercambio, y esto siguió produciéndose hasta bien entrado el siglo XIX.


Mapa holandés de 1635 de las Indias Orientales

También circulaba la moneda española en las Trece Colonias británicas de América del Norte, mucho antes de que declararan su independencia. Por la dificultad de las navegaciones llegaban pocas libras esterlinas a las colonias, y era mucho más fácil surtirse de los cercanos y acreditados reales de a ocho acuñados en México que de libras inglesas, de modo que en las Trece Colonias la moneda española circulaba normalmente, y era conocida primero como «spanish thaler», pasando después a «spanish daller», y más tarde a «spanish dollar» (Los reales de a ocho fueron conocidos como «taleros», por su parecido con la recia moneda austríaca «thaler»).




Columnario de plata, inspiró para crear el símbolo del dólar, $. 
Este columnario pertenece al reinado de Fernando VI, acuñado en la ceca de México


Los reales de a ocho tenían un valor nominal de 8 reales en España y sus territorios de ultramar, pero la necesidad de moneda fraccionaria causó que a menudo las piezas fueran cortadas físicamente en cuatro u ocho trozos, para lograr un cambio más pequeño. Fuera de la monarquía universal española era muy difícil obtener monedas españolas de plata con denominaciones menores a las del real de a ocho, por lo cual la partición física de la moneda era el único modo de obtener fracciones y posteriormente resellarlas para su uso.

Muchas monedas, como las de los países que se independizaron en América, el Dólar canadiense, el Yuan chino, el Yen japonés, el Peso filipino y otras alrededor del mundo, se basaron inicialmente en el Real de a Ocho. Esta aceptación global fue el origen del símbolo «$» que se utilizó en libros de cuentas de todo el mundo, imitando de manera simplificada las columnas y bandas que aparecían en la moneda del Real de a Ocho.

En la América Española la circulación del Real de a Ocho rebasó la época de dominio español y acuñó en la ceca de México, la única autorizada para acuñar. Los realistas crearon cecas provisionales en Chihuahua, Durango, Guadalajara, Guanajuato, Sombrerete, Zacatecas, Oaxaca, Valladolid, Real del Catorce y Monclova.


Muchas monedas, como las de los países que se independizaron en América, el Dólar canadiense, el Yuan chino, el Yen japonés, el Peso filipino y otras alrededor del mundo, se basaron inicialmente en el Real de a Ocho. Esta aceptación global fue el origen del símbolo «$» que se utilizó en libros de cuentas de todo el mundo, imitando de manera simplificada las columnas y bandas que aparecían en la moneda del Real de a Ocho.

Las Indias Orientales. 1730

Cuando llegó el momento de la emancipación de las colonias norteamericanas, los flamantes Estados Unidos repudiaron formalmente la moneda británica y se vieron en la necesidad de acuñar moneda propia. El Real de a ocho sirvió entonces de modelo para el nacimiento del Dólar y así, la unidad de plata del sistema monetario de Estados Unidos, creada por ley de 2 de abril de 1792, nació tomando de base la “Piastra”, voz indígena, con la que los mexicanos se referían al Real de a Ocho español. De hecho, al principio los dólares USA eran garantizados con reales de a ocho. Como anécdota diremos que hasta 1997 se mantuvo la costumbre en el mercado bursátil estadounidense de vender y comprar acciones en octavos, por el real de a ocho que era la divisa de garantía cuando comenzó a funcionar Wall Street.

55 dólares estadounidenses (españoles) de 1779.

El prestigio internacional del real de a ocho hizo que la tomaran como único medio de cambio del comercio internacional para comerciar con Oriente y obtener té, sedas, marfil, etcétera. Y cuando China emitió su primera moneda de plata, el tahel, en 1899, lo hizo según el modelo español del real de a ocho.

China. El mejor cliente del imperio

Mapa de China, de Matthias Quad, Colonia, 1600.

Los principales productores de plata a nivel mundial eran las Indias españolas y Japón, no Europa; y China era el principal mercado de destino de la plata. Japón disponía también de una importante producción, pero el imperio español lideraba el mercado.

Gracias al Galeón de Manila, las monedas de las Españas llegaban también en grandes cantidades a Filipinas, el gran mercado de comercio de Asia, en los galeones que desde 1565 hasta 1813, hacían la ruta Acapulco-Manila y regresaban llevando las costosas porcelanas y sedas de China, junto con las especias y otros artículos de lujo de la India, con destino a los mercados americanos y europeos.

Estimaciones oficiales conservadoras indican que sólo América Latina produjo aproximadamente 150.000 toneladas de plata  entre 1500 y 1800 (Barrett 1990, p. 237), quizás excediendo el 80 % de la producción entera mundial en éste lapso de tiempo. Se sabe que de las Indias españolas salían al año unos cinco millones de pesos a reinos extraños, ya de Nueva España vía Acapulco a China, ya del Paraguay para Brasil, o de los demás dominios españoles por las muchas y secretas minas del contrabando. Asia e incluso África eran el destino de las riquezas de nuestras Indias, porque atravesando los océanos iban a esconderse a los reinos de la China, Japón, la India Oriental, Persia, Constantinopla, Gran Cairo y Berbería, y defendía que apenas corría entre aquellas gentes remotas otra moneda que reales de a ocho y doblones castellanos.

Uno de los principales mercados del de esta plata –en forma de monedas de real de a ocho- fue China y los pueblos asiáticos, que aceptaban esta moneda por su valor intrínseco. Los españoles  introdujeron en China miles de toneladas de plata entre mediados del siglo XVI y mediados del siglo XVII, que se unieron a las cantidades del mismo metal que se importaban desde Japón.

Tal como señalan los investigadores Dennis O. Flynn y Arturo Girálde en su publicación “Born with a ‘Silver Spoon’:The Origin of World Trade in 1571” : …”La producción y la distribución de la plata durante los tiempos modernos en el hemisferio occidental se han estudiado extensamente, aunque se ha eliminado sistemáticamente del relato al cliente más grande del mundo, en esta época, que fue China. Esto es peculiar. … El predominio de China como un importador de plata fue fundamental al menos durante el nacimiento del comercio mundial. Godinho (1963, 1:432-65) acertadamente describió a China como "una bomba de succión”, "una aspiradora" que atrajo la plata a escala mundial durante siglos…. El valor de la plata en el territorio chino era el doble que en cualquier parte. Este hecho es reflejado en las estimaciones bimetálicas realizadas por Chuan (1969, p. 2): "Desde 1592 hasta el temprano siglo XVII el oro era cambiado por la plata en Cantón a razón de 1:5.5 a 1:7, mientras que en España el tipo de cambio era 1:12.5 a 1:14, cuestión que indicaba que el valor de plata era dos veces más alto en China que en España”. Estas cifras bimetálicas divergentes crearon perspectivas enormes para un comercio muy provechoso, ya que los exóticos productos de China se compraban por precios muy bajos en comparación a los de venta en Europa, dado el gran valor en plata de nuestra moneda para los chinos.

Claro que con el tiempo, también llegó la inflación:Tales infusiones masivas de plata disminuyeron el poder adquisitivo del metal. La plata, como cualquier artículo, perdió su alto valor cuando el suministro excedió la demanda habitual. Esto a su turno afectó los precios de casi todo en el Imperio, porque la estructura de precios estaba atada al valor de plata. "

…”El metal se había hecho más abundante y su poder adquisitivo se disminuyó. Esta tendencia inflacionista afectó el valor de todas las materias primas, por cuanto todo había sido valuado en la plata y ésta había perdido su valor. Si la plata perdía valor, más dinero se necesitaba plata para comprar los artículos que sí lo habían mantenido”… a la larga esto provocaría la decadencia de ambas economías, que no contemplaron contingencias específicas que rebatieran  el estancamiento de la demanda.

Patrón para el resto de monedas

En todo caso, lo cierto es que millones de Reales de a Ocho fueron acuñados a lo largo de varios siglos, y no solo fueron ampliamente utilizados durante el período colonial en las Américas, sino también en África y Asia hasta bien entrado el siglo XIX. A menudo las monedas tuvieron sellados con caracteres extranjeros para que parecieran de curso legal en muchos países del mundo, como se puede ver en las muestras a continuación.

Anverso de moneda de 8 reales (plata) de Carlos IV de 1797
 con resello de Arabia Saudí.

Real de a 8 con resello de Australia



 8 reales (plata) de Carlos III con resello de Birmania


8 reales de Carlos III de 1780 con resello de Ceilán.


8 reales de Carlos IV de 1796 con resello de Sudán.


Real de a 8 con resello de Thailandia


Real de a 8 con resello de Zanzibar

En resumen, la unidad del comercio mundial hasta el siglo XIX fue el real de a ocho, que precedió a la libra esterlina de oro inglesa y al dólar de plata estadounidense en su hegemonía financiera mundial.

Un final que no lo fue tanto

En la América Española la circulación del Real de a Ocho rebasó la época colonial de dominio español y acuñó en la ceca de México, la única autorizada para acuñar. Los realistas crearon cecas provisionales en Chihuahua, Durango, Guadalajara, Guanajuato, Sombrerete, Zacatecas, Oaxaca, Valladolid, Real del Catorce y Monclova.

Fallecida la Monarquía Católica Universal, el real mantuvo su poder competitivo y era la moneda reserva que se atesoraba en China, India y Medio Oriente. El real de a ocho era todavía a mediados del siglo XIX la moneda más universal e incluso a finales del siglo XIX, el papel desempeñado por el Real de a Ocho era notorio en Oriente, donde mantenía su autoridad indiscutida frente a otras unidades de plata que emergían con fuerza, como el dólar norteamericano, el yen japonés, el thaler austriaco, la piastra francesa, la rupia india, el chelín de plata británico y prevalecerá como moneda de reserva en China, India y los Estados del Medio Oriente.

Tan generalizada fue la influencia del Real de a Ocho que se estima que el 32% de la población mundial vive hoy día en países con monedas nombradas, u originalmente creadas basándose en el modelo de esa moneda única.

Hay que señalar no obstante que la Libra Esterlina  superó al Real de a Ocho como divisa de referencia  occidental durante parte del siglo XIX hasta mediados del XX. Sin embargo, aún siendo el Imperio Británico el poder dominante en ese periodo, los ingleses tenían que tragarse su orgullo en las negociaciones con los países de oriente.

Así por ejemplo, resulta ilustrativo el caso de Singapur: En 1918  Thomas Stamford Raffles  fue comisionado por el gobierno británico para negociar un puerto franco del imperio  en el sur de la península de Malaca. En 1819 se logró el acuerdo que convirtió a Singapur en puerto libre británico, a cambio del pago anual a las autoridades locales de ocho mil “spanish dollars” -8.000 Sp$-, esto es , ocho mil  reales de a ocho. Durante el primer año, los ingresos del comercio rondaron los 400.000 Sp$ (dólar español). En 1821 la población de la isla aumentó en 5000 habitantes y el volumen del comercio fue de 8 millones de Sp$. La población superó los 10.000 habitantes en 1825, manejando cifras de 22 millones de Sp$. En 1823, Raffles firmó un segundo tratado, el cual extendía la posesión del Imperio británico en la isla, a cambio de la entrega a las autoridades de 2300 sp$ al mes de por vida.

Plano de la fundación del puerto franco británico de Singapur

Por otro lado, los estadounidenses, que conocían  al Real de a Ocho como el “Spanish Dollar”, le dieron tal importancia a aquella moneda que adoptaron para siempre el españolísimo símbolo de las Columnas de Hércules (grabado en ella), como símbolo de su actual moneda. Mientras circuló en Estados Unidos el Real de a Ocho valía lo mismo que un dólar. Existe una anécdota muy singular y es que el precio de las acciones en el mercado de valores de los Estados Unidos estaba denominado en octavos de dólar hasta el 24 de junio de 1997.


Wall Street, donde hasta 1997 las acciones se valoraban en octavos de dólar, herencia del Real de a ocho

El Dólar Estadounidense sustituyó como moneda de reserva mundial a la libra esterlina después de la II Guerra Mundial. En julio del 1944, en la Conferencia de Bretton Woods celebrada en Estados Unidos. Es la moneda de reserva más importante hoy en día, más del 50 % de la suma total de reservas internacionales han sido en dólares. Por esta razón, se considera que el dólar estadounidense tiene el estatus de moneda de reserva, permitiendo a los Estados Unidos tener mayores déficits comerciales con un impacto económico limitado siempre que los mayores poseedores extranjeros de dólares continúen acumulándolos.

El euro es actualmente la segunda moneda más comúnmente utilizada en las reservas internacionales, con una cuota aproximada de un 27 %, segunda moneda de reserva más importante tras el dólar estadounidense.

Pero fue el Real de a Ocho de las Españas el que marcó el camino, perduró más tiempo y abarcó más territorios. Y es de recibo contarlo...  


FUENTES UTILIZADAS

El real de a ocho: su importancia y trascendencia Dra. Dª. María Ruiz Trapero. Catedrática Emérita de “Epigrafía y Numismática” de la Universidad Complutense de Madrid

El real de a ocho español: tres siglos de la moneda más universal de la historia.  Doctor Pedro Damián Cano Borrego. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Revista Oro Información.  26 octubre, 2017

El real de a ocho español y las primeras economías-mundo a finales del siglo XVIII. Doctor Pedro Damián Cano Borrego. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Revista Oro Información.  26 septiembre, 2018







“Lo que hacemos para ser amados”. Leído en algún episodio del Sandman, de Neil Gaiman